Lun 13.10.2003
libero

VUELVE A DIRIGIR AL LOBO

La tercera etapa del Viejo Griguol

Carlos Griguol es por tercera vez entrenador de Gimnasia y Esgrima La Plata. El club lo fue a buscar –una vez más– cuando el agua ya había tapado a Mario Gómez y se llevaba todo: puntos, ilusiones y paciencia. El Viejo, pese a sus cruces con los dirigentes, nunca había dejado la puerta cerrada y ahora vuelve con serenidad y sin promesas: sólo ofrece, tácitamente, sangre, sudor y lágrimas.

Por Salvador Santalucita
Desde La Plata

Gimnasia nunca le cerró totalmente la tranquera de Estancia Chica, pero sí los directivos. Sin embargo, el fervor y cariño populares fueron determinantes para que volviera. Fue el hincha el que obligó a la dirigencia a contratar a Carlos Timoteo Griguol por tercera vez.
–¿Cómo está su relación con los actuales dirigentes?
–En principio, no tengo dificultades ni enojos con nadie, pero cuando uno entra a un negocio y le gusta algo, se lo compra. En Gimnasia ocurre lo propio. Jamás con los dirigentes que estuve he tenido muchas charlas. No soy amigo de ellos, soy su empleado y debo ocuparme del rendimiento óptimo de un plantel.
–¿Imaginó que podría darse una tercera vuelta?
–Nunca la descarté. Hay que tener paciencia. No hay que embromar ni perjudicar a nadie, porque uno la puerta no la cerró nunca. Si con otro hay malos resultados, a no dudarlo que los cuestionamientos se multiplican. Ahora, si se hubieran ganado la mitad de los partidos, todo estaría tranquilo, pero como no fue así todo se precipitó.
–¿Qué le pasó a Mario Gómez?
–Le faltó experiencia para enfrentar una situación tan complicada, porque jamás le ocurrió algo similar. Por eso renunció. Días atrás yo hablé con él y le dije que había hecho muy mal en irse. Gómez es joven, dispuso de un plantel nuevo y había muchos elementos por arreglar. No pudo soportar la presión de todos los sectores.
–¿Lo de Gimnasia sólo se soluciona con experiencia?
–Pienso que el hincha debe ser cuidadoso cuando toma una determinación tan severa como la de sacar a un técnico y también con quien lo reemplaza. ¿Por qué? Si pone a un entrenador inexperto, es probable que le suceda lo mismo que al que sustituyó.
–El presente de Gimnasia es muy complicado.
–Tampoco hay que dramatizar. La situación de Gimnasia es idéntica a cuando llegué por primera vez al club, allá por 1994, con el equipo en la penúltima colocación. Un año después salimos a pelear campeonatos. Ahora todos debemos colaborar, unidos, pero con la idea clara de que el entrenador conduce y maneja el plantel.
–¿Está prometiendo un título?
–¡Noooooooo! Hacerlo sería una irresponsabilidad absoluta. Lo primero es recomponer el funcionamiento del equipo con el objetivo de salir de la zona donde está ahora. Si se logra, empieza a cambiar el futuro. Sé que el plantel no es numeroso, pero hay algunos juveniles interesantes que nos pueden ayudar en los partidos que quedan del torneo Apertura.
–¿Y si con lo que tiene no alcanza?
–Si están en Primera es porque al menos saben jugar a la pelota. No todos tienen la misma pericia. Habrá que trabajar, entrenar, mejorar y charlar mucho para que interpreten cuál es la idea del técnico. Si no alcanza tendremos que poner un psicólogo, alguien más capacitado que yo que los saque del pozo anímico en que están sumergidos.
–¿Tiene muchas ganas de ponerse el buzo?
–Si está el amigo en Estudiantes, ¿por qué no puedo estar yo? Es más divertido venir a Gimnasia estando él o su otro amigo en el club rival. ¿Por qué me cuido de no mencionarlo? No es así, no soy amigo de él, pero tuve siempre una relación respetuosa.
–Pero sigue sin mencionarlo a Carlos Bilardo.
–Sí. Nos vemos en Estancia Chica.

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