Lun 15.04.2002
libero

EL CORDOBES CAMPEON DEL MUNDO QUE NADA Y NADA SE LE ESCAPA

Meolans, un espejo en el agua

José Meolans, nadador argentino. De regreso del Mundial de pileta corta en Moscú, donde cosechó medalla de oro en cincuenta libres y de plata en cien, habló con Líbero. Genuino representante de una especie en vías de extinción por desidia generalizada –el solitario amateur entregado a su disciplina y triunfante pese a todos los obstáculos–, Meolans pasa revista con equilibrio y sencillez a todos los temas que lo definen como deportista y como persona excepcional, auténtico modelo terminado.

› Por Gustavo Veiga

A menudo se habla de la teoría de los espejos. Espejos humanos, aquellos en los que es dable mirarse o encontrar un estímulo saludable. José Meolans es uno de ellos. Cuando aún resulta complicado ponderar el significado de su hazaña deportiva –acaba de salir campeón mundial de natación en pileta corta–, el cordobés realza sus logros con un estilo de trato y de vida que no abunda. Es humilde, solidario, está hecho de “buena madera”, como se estila decir. En su ciudad natal, lo recibieron como a un héroe. La caravana que lo acompañó desde el aeropuerto hasta su departamento permitió evocar la época en que ese ritual sólo estaba reservado para futbolistas, boxeadores o pilotos de automovilismo. El nadador, además, ha rechazado seductoras ofertas para establecerse en el exterior y representar a otros países, cuando aquí se topa con escasa y deteriorada infraestructura, becas que se cobran con retraso y el desdén de ciertos funcionarios que aparecen cuando el éxito de un deportista atraviesa sus despachos. Meolans eligió vivir en la Argentina y, sobreponiéndose a las dificultades, ya ganó tres medallas en mundiales (la de plata en 50 metros de Hong Kong ‘99 y las dos recientes, oro en 50 y plata en 100, de Moscú). El hombre que vuela dentro del agua, el espejo en que los profesionales de otras disciplinas deberían observarse, dialogó con Líbero sobre sus éxitos y sus sueños. Una síntesis de la juventud que vive en este empobrecido país y da mucho más de lo que recibe.
–¿Tus medallas tienen un valor adicional porque las conseguiste en representación de la Argentina, una nación sin tradición en la natación?
–Cuando uno se entrena, trata de olvidarse de esas cosas: si los demás están mejor preparados que vos o si nadan en condiciones más favorables. Yo trato de dar lo máximo de mí, esté donde esté. Por suerte, los resultados se han dado. Pero esto no me impide reconocer que afuera trabajan en óptimas condiciones, que en muchos países la natación es profesional, que los clubes les pagan a los nadadores, algo que no ocurre acá. Sin embargo, yo soy argentino, me siento orgulloso de serlo y trato de representar a mi país cada vez que me toca de la mejor manera.
–¿Nunca te tentó aceptar una propuesta para radicarte en el exterior, como ocurre con muchos deportistas profesionales argentinos?
–Tuve posibilidades, pero no se dieron las condiciones. Me ofrecieron nacionalizarme español y yo no estaba de acuerdo. También me propusieron nadar para una universidad de Estados Unidos, aunque no me pagaban. Sólo me daban una beca con los estudios. Aunque este año se concretó la chance de competir para un club de Brasil (se trata del Pinheiros) y eso me permite tener otro ingreso económico. Es la primera vez que me pasa y me vendrá muy bien.
–¿El hecho de competir en una disciplina básicamente individual, realza más la figura del atleta cuando se consigue un éxito, incluso por sobre los deportes de conjunto?
–Eso no lo sé. En una disciplina como la mía, tengo toda la responsabilidad yo. Solamente uno es el que se para adelante del cubo, antes de largar. Si las cosas te salen bien, te toca vivirlas a vos y a tu entrenador. Y si es al revés, también. Con Orlando Moccagatta, mi entrenador, formamos un gran equipo. Nos hacemos cargo de las buenas y las malas.
–¿Cuál de todos los reconocimientos que recibiste tras consagrarte campeón mundial te reconfortó más?
–El de la gente que me recibió en Córdoba. Fue realmente impresionante y les estoy totalmente agradecido por lo que han hecho. Ese día (martes 9 de abril) difícilmente lo pueda olvidar por todo lo que me hicieron vivir.
–¿Cómo te llevás con los actos sociales que devienen de la fama adquirida como deportista?
–No estoy muy acostumbrado. Tampoco soy alguien al que le guste estar presente en todas esas cosas. Lo mío es la natación. No soy de dar discursos, ni de presentarme en lugares públicos. Estas cosas son las más difíciles de manejar para mí.
–¿De qué modo recibiste los elogios de grandes nadadores de la actualidad como el ruso Alexander Popov o el brasileño Fernando Scherer?
–Para mí es muy importante saber que ellos me saludan, me conocen. Es como si a un futbolista lo saludara Maradona. Imaginá cómo puedo tomar el reconocimiento de los dos. Scherer es uno de los nadadores con quien tengo más diálogo. Compartí habitación en una competencia, es una gran persona y lo conozco más que a otros. Me da mucho gusto que me elogien. Haberle sacado el record sudamericano a Fernando significa demasiado para mí, porque él es un deportista extraordinario.
–¿Cuánto dinero gana un nadador de la elite mundial que ahora vos integrás?
–No sé, lo desconozco. Tengo algunos datos de Gustavo Borges, que creo que cobraba unos 10 mil dólares por mes. Eso era por ingresos del club donde nadaba. Ian Thorpe, el australiano, ha hecho fortunas en estos últimos tiempos. Escuché que ganó 4 millones de dólares o más en un año. Es una locura el dinero que mueven. Pero son estrellas que han llegado allá arriba.
–¿Los montos más importantes son los que provienen de sponsors?
–Sí.
–¿La Secretaría de Deporte está al día con el pago de las becas que recibís?
–No, al día no. El atraso es de uno o dos meses. Perdón, estaban debiendo dos y pagaron uno.
–¿Cuál es la primera necesidad que debería cubrir el Estado en materia deportiva para que tu éxito dispare por emulación las condiciones para un crecimiento sostenido de la natación argentina?
–Lo mejor sería contar con la mayor cantidad de instalaciones. Esa es la base de la cual debemos partir. Primero comencemos por eso. Hay que mantener buenos lugares de entrenamiento y, después, sí, pasar al apoyo económico a los deportistas.
–¿La pileta del Cenard cumple con las expectativas mínimas?
–En los últimos años fue más el tiempo que estuvo sin usarse por distintos problemas que el utilizable. Porque se rompió la caldera, porque perdía agua, porque no tenían cloro para ponerle. Esas cosas dan un poco de bronca, aunque sabemos los problemas que existen. Hace falta una pileta larga, pero que funcione, no como la del Cenard. Teníamos que pedirle a la gente de River la pileta prestada para entrenarnos. Nunca tuvimos un inconveniente, nos han atendido muy bien y quiero aprovechar para decir que yo les estoy muy agradecido.
–¿Quién es el deportista modelo en el que quisieras reflejarte?
–No sé, yo siempre sigo a la natación. Cuando era muy chico nadaba con los hermanos Minelli y yo lo tenía a Pablo como mi ídolo, acá, en el país. Cuando comencé a salir al exterior y a competir internacionalmente, conocí a Popov y lo tomé como referente. En distintas épocas siempre tuve un espejo dentro de mi deporte.
–¿Qué espacio ocupa la natación en tu vida?
–Mucho. En casa se habla de otros temas, pero siempre está de por medio la natación. Es como una constante que va dentro de mí. Gran parte del tiempo, qué duda cabe, lo ocupa mi deporte.
–¿Qué otros temas te interesan?
–Me gusta mucho el fútbol. Pero, por supuesto, me prendo en cualquier tema que salga en una conversación.
–Cuando competiste en Moscú, ¿te preguntaron sobre la situación de la Argentina?
–Después de la final de 50 metros, durante la conferencia de prensa, me preguntaron cómo estaba la crisis en la Argentina. Querían saber qué significado tenía para mí. Y yo respondí que, desde mi condición de nadador, trataba de darle una alegría a mi pueblo por todo lo que estaba pasando. Simplemente eso.

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