Lun 29.04.2002
libero

OPINION

Una victoria necesaria

Por Daniel Guiñazú

Diego “Rocky” Giménez necesitaba de una victoria así, clara y categórica. Después de su derrota ante Aldo Ríos, tenía que demostrar y demostrarse que aquello había sido apenas una noche negra y que el camino de grandes realizaciones que muchos imaginan para él seguía tan libre de malezas como siempre. Debía vencer y convencer Rocky. Y la misión se cumplió a pleno. En la medianoche del domingo, arrasó al platense Walter Rodríguez, le ganó por nocaut técnico a los 2 minutos y 20 segundos del 5º round y no dejó dudas de lo que es: una de las dos o tres promesas más importantes que guarda el boxeo argentino de estos tiempos.
Sobre el ring elegante montado en el Hotel Radisson Victoria Plaza de Montevideo, Giménez (62 kg) fue idéntico a lo mejor de sí mismo. Ansioso, hiperkinético, desbordante, pletórico de optimismo y vitalidad, salió a barrerlo del mapa a Rodríguez (61,200 kg). Y lo consiguió en poco más de diez minutos, con sus mejores armas: un par de piernas que nunca retrocedieron, una cintura flexible para fabricar claros y una convicción ofensiva voraz e inquebrantable. Rodríguez le había aguantado 10 rounds de pie hace un año en Villa María. Pero esta vez fue diferente: pese que trató de abrir el cuadrilátero en retroceso y coló cada tanto una izquierda picante en contragolpe, el veterano obrero platense, doce años mayor que el inquieto cordobés de Bell Ville, no pudo sobrevivir: terminó pasado por encima por Giménez, que le puso a la acción todo el ritmo del que es capaz, presionó más que nunca y acabó quebrándolo con durísimos ganchos al cuerpo.
Si hubiera tenido algo más de justeza en sus envíos, si le hubiera dado prioridad a la calidad por encima de la cantidad, Giménez quizás hubiera podido terminar antes su tarea y sumado algún punto más a la buena calificación que se llevó. Pero no vale la pena agregarle reproches a la cuestión. La pelea fue un monólogo y el árbitro uruguayo Aníbal Andrade lo detuvo cuando hacía rato que uno pegaba y otro sólo aguantaba.
Antes de empezar a pensar en un futuro más allá de las fronteras, Giménez todavía tiene que descargar su agenda local. Le queda pendiente un intento por el título argentino de la categoría que ostenta Alberto Sicurella, y están quienes quieren verlo ante la “Hiena” Barrios en una superpelea de entrecasa que uno y otro ya empezaron a calentar por su cuenta. Pero ésa es otra historia. Y no vale la pena creérsela demasiado. Giménez y Barrios harán lo suyo cada uno por su lado. Y sólo se verán las caras con el título del mundo y con muchos dólares de por medio, nunca por un puñado de pesos.

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