LOS HINCHAS RECONOCIERON LA ENTREGA DE SUS JUGADORES
Racing se despidió del bicampeonato con el caluroso aplauso de su gente
› Por Ariel Greco
A Racing se le acabó el sueño del bicampeonato. Lo fue a pelear hasta el último minuto, con un jugador menos, pero no le alcanzó. Es verdad que lo dominaron gran parte del partido, que no creó ninguna situación de riesgo en la primera mitad, que le costó hacer dos pases consecutivos durante varios pasajes. Pero a pesar de todo, con sus armas reconocidas, se las ingenió primero para ensuciar el trámite, luego para emparejarlo, más tarde para crear varias ocasiones, para finalmente caer de pie, cuando parecía que se podía llevar el premio mayor. Es por ello que la calurosa despedida que le brindó su gente tras la derrota, pese a la calentura del 0-1 agónico, fue la mejor prueba de que la entrega fue total.
Arrancó muy contenido, con mucho respeto por los pergaminos de River. Con una doble línea de cuatro, que por momentos se transformaba en una de seis con dos volantes tapones, el conjunto de Reinaldo Merlo apenas se paró para contener todas las entradas del rival. Y ante ese panorama, la figura de Gustavo Campagnuolo creció hasta convertirse en el principal responsable del empate parcial. Los otros culpables del empate eran los atacantes de River, que no habían tenido suficiente puntería frente al arco. A esa altura, el planteo no era acorde al de un equipo con pretensiones al título.
De a poco, el conjunto visitante comenzó a salir del asedio. Con más presencia en la mitad de la cancha pudo complicar el traslado de River y meterlo en su juego. Los volantes dividían la tenencia de la pelota, por lo que Coudet y D’Alessandro ya no tenían la libertad del principio. Por más que el partido entraba en imprecisiones y desprolijidades, los de Merlo conseguían su negocio. Cuanto menos se jugara, mayor provecho para Racing. Además, menos sustos en el arco propio.
El desarrollo del partido se asemejó al de la semana pasada ante Boca. Tras ser superado en la primera etapa –ayer de manera más nítida incluso que el domingo anterior–, Racing se encargó de cambiar la historia con el correr de los minutos, hasta dejar una imagen más positiva en el final. El inconveniente fue que Estévez no acertó como Milito lo había hecho ante Boca. No importó quedarse con diez por la doble amarilla de Bastía.
Para mantener chances, a Racing le era preciso ganar y, en los últimos minutos, se jugó por ello. Cuando parecía que podía dársele con el tiro libre en el borde del área, con el pibe Demichelis como arquero improvisado, el remate de Ubeda al medio de la barrera lo devolvió a la realidad. Estuvo cerca de la hazaña, pero se terminó quedando sin nada.
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