Por Pablo Vignone

Uno, a esta altura un poco profano en esto de las motos, después de tanto tiempo, aprovecha las luces de neón y le pregunta al experto, mientras el muchachito posa sonriente bajo los flashes en la presentación oficial:
–¿Y? ¿Ahora?
–Ahora tiene medios para ser campeón mundial.
El experto la sabe lunga y es el mismo que, varios años atrás, después de haber tirado una y otra vez fichas en el tapete del rafaelino y cansado de que le cantaran cero a menudo, había asegurado, entre el enojo y el desparpajo:
–¡Basta con Porto! ¡Acabemos con esta farsa!
Pasaron muchos kilómetros desde aquellas entrevistas en las que uno intentaba saber qué pensaba el rafaelino, tan corto de palabra que su manager tomaba el manubrio y contestaba (y después nos volvíamos locos buscando textuales de mediano interés para publicar las notas). Pasaron muchos Grand Prix, y ahora, parece, tenemos –por fin– un piloto de jerarquía para disputar el Campeonato del Mundo.
–... Por fin llegó el momento esperado. La carrera fue brava. En el futuro tengo que concentrarme bien cuando largo desde la punta. Estoy feliz y ahora tengo que disfrutar...
Sebastián Porto debe tener futuro, seguro. Nunca Carlos Alberto Reutemann se comprometió tanto públicamente en la carrera de un piloto de automóviles como lo ha hecho con este motociclista rafaelino de XX años, como para desestimar su potencial, demorado pero desperezándose.
El santafesino logró ayer su primer triunfo del año en la categoría de los 250 cc del Mundial de Motociclismo, en el ondulante circuito toscano del Mugello, el mismo que le pertenece a la Ferrari, con una Aprilia oficial. Es el segundo en su historial, después de haber ganado el GP de Brasil del 2002, y de haber corrido 110 Grand Prix con éste, el GP de Italia.
Esta era la cuarta carrera del año de Porto con una de las motos oficiales de la fábrica italiana Aprilia, con la que pudo quebrar una mala racha que, luego del tercer lugar en el podio en el comienzo de la temporada, postergó sus pretensiones por distintos motivos, caídas incluidas.
El argentino sobresalió durante todo el fin de semana teniendo en cuenta que marcó siempre los mejores tiempos, tanto en los ensayos como en la clasificación, logrando la segunda pole-position del año... caída mediante. Después del podio, agradeció al cuerpo médico que lo atendió después, y que con la infiltración a la que lo sometió y el vendaje especial que le dispensaron, le permitieron correr pese a sufrir un fortísimo dolor en las costillas.
Para la carrera, Porto eligió la mejor táctica: paciencia para observar lo que hacían sus rivales más temibles y entonces emprendió el ataque decisivo para desatar su gran festejo al cruzar primero la meta, delante del español Daniel Pedrosa (Honda), campeón mundial 2003 en 125 cc y ganador de dos de las primeras cuatro carreras del año, y del sanmarinense Manuel Poggiali (Aprilia), campeón del mundo 2003 en 250 cc.
Pedrosa saltó a la vanguardia en el arranque, seguido de los oficiales de Aprilia –Randy de Puniet, Porto y Poggiali–, Toni Elías (Honda) y Fonsi González Nieto (Aprilia). Pronto acabó formándose un trío en la punta con Pedrosa, De Puniet y el argentino, que fueron escapándose del resto, alternándose en la vanguardia.
Porto, poco a poco y con paso firme acabó consolidándose como puntero en la última parte de la carrera, aunque De Puniet viajaba cerca y a ritmo de record. Pero esta vez, por fin, la suerte no esquivó la moto del argentino, que comenzó como líder en la última vuelta, tratando de atajarse del asalto final que ensayaría el francés. Asalto que, por fin, nunca se produciría, porque al ingreso a la recta final su moto se rompió,y apenas le permitió arribar en la cuarta posición, favoreciendo a Pedrosa y Poggiali.
Con el triunfo, Porto subió, con 50 puntos, al tercer lugar del campeonato, que lidera el francés De Puniet con 73, seguido por el español Pedrosa con 70. El experto se frota las manos: parece que, esta vez, acierta.