El día que Ginóbili jugó de Popovich
Por esta vez no marcó ni encestó. Se quedó en el banco, como ayudante técnico del entrenador Brett Brown, dirigiendo al equipo de pibes del Sur, que alcanzaron a dar vuelta el partido que perdían.
› Por Ariel Greco
Manu cambió de rol. Por una tarde abandonó su lugar como jugador para ocupar el banco de suplentes como entrenador. Es que durante la última jornada del programa “Básquetbol sin fronteras” en el Cenard, Emanuel Ginóbili actuó como ayudante técnico de Brett Brown en el equipo del Sur, frente al conjunto del Norte, que fue dirigido por Sergio Hernández y que contó entre su staff a Andrés Nocioni, en el Juego de las Estrellas de los 57 juveniles que participaron de los tres días de clínicas. Y, como parece cada vez que pisa una cancha de básquetbol, se transformó en un amuleto ideal de victoria: sus chicos perdían por cuatro a falta de 1m20, pero en una ráfaga lo dieron vuelta y se quedaron con el partido por 67-63. Desde un ángulo del estadio, Gregg Popovich vio cómo su discípulo planeó la estrategia para obtener su primer triunfo como entrenador.
Más allá de las ganas que mostró Ginóbili en su inédita función de ayer, parado y dando indicaciones o diagramando jugadas en el pizarrón, la tercera jornada del programa terminó siendo la más deslucida. Los más de cuatrocientos chicos de los clubes invitados (San Lorenzo, Morón, GEBA, entre otros) se quedaron con ganas de ver algo más y no sólo con la chance de disfrutar de Ginóbili y Nocioni como coachs. Es que, aunque sea fuera de programa, todos los presentes estaban ilusionados con disfrutar de unos minutos de los ídolos en el parquet, o al menos de alguna volcada o un par de lanzamientos. Pero no, no hubo lugar.
La rígida organización de la NBA sólo dejó tiempo para que los mejores juveniles del campus demostraran su talento, en un partido que se terminó definiendo gracias a un triple de Nicolás de los Santos, un bahiense de 17 años que admitió que le dolía un poco la panza por tener a Ginóbili dándole indicaciones. “Por suerte se me pasó. Pero no sabía si prestar atención al partido o quedarme charlando con él”, dijo el pibe que fue elegido como el jugador más valioso del encuentro. También estaba emocionado Rafael Hettsheimer, un brasileño de 2,05 metros, que fue escogido como el mejor jugador del fin de semana.
Tan fría resultó la jornada de despedida que un animador intentaba, sin éxito, arengar a los pibes invitados por la Confederación Argentina de Básquetbol, que sólo se mostraron eufóricos cuando Manu subió a las tribunas para sentarse junto a ellos, sacarse fotos y firmar autógrafos. También buscaron las firmas de Popovich, siempre muy serio, y de Samuel Dalembert y Daniel Santiago, que se entretenían jugando con dos nenitos. Luego, sólo respondieron cuando les preguntaron por cuál de los equipos hinchaban, cuando los aplausos para Los Rojos de Ginóbili, por fin, pudieron tapar a la música de fondo.
El otro momento alto del día resultó el concurso de volcadas, también reservado para los mejores chicos del programa. Y allí se impuso Matías Nocedal, un ayuda base de 15 años y 1,88 metro, que actualmente juega en Argentino de Castelar tras empezar a los 7 en Ituzaingó. Con Popovich, Dalembert y Santiago como jurados, Nocedal se impuso en la final al dominicano Víctor Martínez, que no pudo acertar su último intento.
Así se cerró el desembarco de la NBA en Buenos Aires que, más allá del no tan brillante último día, dejó en claro el fenómeno que genera Ginóbili en los argentinos y que contó con visitantes extranjeros ilustres, como el propio Popovich o el congoleño Dikembe Mutombo. Y significó la semilla inicial para un posible partido de pretemporada, una de las promesas a futuro que dejó el vicepresidente de la liga para Latinoamérica, Arturo Núñez. Ahora la gira seguirá hoy en Bahía Blanca, donde Ginóbili le mostrará a Popovich la casa donde nació y el gimnasio donde comenzó a lanzar sus primeros triples. Además visitarán el Hospital Municipal de Agudos y dictarán una clínica para 250 chicos de un hogar de niños. Un cierre perfecto para un acontecimiento de lujo.