HOY ARRANCA EL US OPEN
Un horizonte de cemento
El Abierto de Estados Unidos, que comienza hoy en Flushing Meadows, encuentra al tenis argentino en su mejor momento. A un cuarto de siglo de la victoria de Vilas –cuando se jugaba sobre polvo de ladrillo en Forest Hills–, hoy son Nalbandian, Chela, Gaudio, Coria, Zabaleta y compañía los que aspiran a reeditar la hazaña.
Por Sebastián Fest
Desde Nueva York
Veinticinco años después del triunfo de su mejor jugador de todos los tiempos, la Argentina buscará reeditar en el Abierto de tenis de Estados Unidos la hazaña de Guillermo Vilas. Muchas cosas cambiaron en ese cuarto de siglo: el US Open ya no se juega sobre polvo de ladrillo en Forest Hills sino sobre cemento en Flushing Meadows, y ninguno de los ocho argentinos participantes en el torneo que comienza mañana sabe lo que es ganar un Grand Slam, algo que Vilas logró cuatro veces. Pero hay otros aspectos en los que el tenis argentino está sensiblemente mejor que aquella tarde-noche de 1977 en la que Vilas alzó el trofeo en Forest Hills.
La temporada 2002 viene siendo una de las mejores en la historia del tenis argentino. Al título en la Copa Mundial por Equipos, los ocho certámenes ganados y la semifinal de la Copa Davis, se le sumó hace dos meses algo inimaginable: la final de Wimbledon. Que el césped sea “para las vacas”, frase histórica de Vilas, fue desmentido por David Nalbandian, que escaló hasta la final en el All England para rendirse sólo ante Lleyton Hewitt, número uno del mundo.
Si un argentino, en teoría alérgico al césped, llegó a la final de Wimbledon, ¿por qué no soñar con más? Es la idea que resume las sensaciones en el grupo argentino antes de que Flushing Meadows dé la señal de largada.
Ocho son los hombres que sueñan. Guillermo Cañas, reciente campeón en el Masters Series de Canadá, se fracturó la muñeca y no jugará. Con él se fue una buena carta, pero estaba lejos de ser la única. Hundidos en los sillones de la sala de jugadores, el sábado podía encontrarse ya a Mariano Zabaleta, Gastón Gaudio y Guillermo Coria, tres de los jugadores que permiten soñar al tenis argentino.
Zabaleta no viene de una buena temporada, pero es el hombre que el año pasado llegó sorpresivamente a los cuartos de final del torneo, y por eso tiene un crédito extra. Debuta ante el español Tommy Robredo, trigésimo primer preclasificado. “Este año llegamos a semifinales o más”, dice entre risas, pero no en broma, Carlos Zabaleta, padre del jugador y presencia permanente en el “campamento” argentino durante los grandes torneos.
Juan Chela, que juega hoy la final de Long Island, es no sólo el 26º favorito sino el prototipo de jugador que a simple vista parece inofensivo, pero que luego gana y gana, algo que demostró este año con los mejores resultados sobre cemento en el grupo de argentinos. Su primer partido es ante otro español, Félix Mantilla.
Nalbandian, preclasificado 16º, protagonizará un “choque de armenios” con el estadounidense Sargis Sargsian. Gaudio, campeón en Barcelona y Mallorca y 21º preclasificado, tendrá un duro rival en el tan veterano como experimentado Todd Martin, que jugará con la ventaja de ser local.
Hay más. Guillermo Coria ante el alemán Alexander Waske, José Acasuso ante el francés Michael Llodra y Agustín Calleri ante el brasileño Fernando Meligeni también tienen posibilidades de dar un golpe interesante. Gastón Etlis, en cambio, está hecho con haber atravesado la clasificación.
El tenis argentino está definitivamente de moda en el circuito. La Armada Española ve cómo se le acerca cada vez más la Legión Argentina. La diferencia está en los Grand Slams. España ganó varios en los últimos años, el más reciente con la final de Roland Garros que conquistó Albert Costa sobre Juan Carlos Ferrero.
La Argentina, en cambio, pasó veinte años sin colocar a un hombre en una final de los cuatro grandes. Pero esa barrera ya la quebró Nalbandian en Wimbledon. La puerta está abierta para un desafío aún más fuerte, emular a Vilas, y el US Open es la primera oportunidad.