Lunes, 2 de septiembre de 2002 | Hoy
DIEZ EQUIPOS PROTAGONISTAS (O NO)
Central (15 puntos).
La perplejidad domina a propios y extraños. Claro que los primeros
la disimulan con alegría... los segundos no tienen con qué. Desde
que arrancó ganando el torneo, se tomaron apuestas: ¿cuándo
se cae? Los que denuestan a su entrenador realizaron una pronta ceremonia mortuoria
dos semanas atrás, cuando Olimpo lo derrotó en Bahía Blanca.
Los que lo siguen, de a 15 mil cuando es en el Parque, de a 2 mil si hay que
viajar más, de a 35 mil cuando la cita es en el Gigante, mantienen las
velas prendidas. Porque el equipito que tenía que salvarse del descenso
es algo más que el puntero del Apertura lo que es circunstancial
y hasta puede resultar fortuito sino una idea en gestación. Puede
ganar o perder, probablemente no sea campeón, pero este Central disfruta
de sus buenos jugadores (Ferrari, Díaz, los Quinteros, Figueroa) y una
particular manera de entender al juego como juego.
Independiente (14
puntos).
Se ufana de ser el único equipo que no conoce la derrota en este
torneo Apertura: sumó puntos en los seis partidos que lleva disputados.
Sin embargo, su falta de equilibrio le impide ubicarse en lo más alto
del campeonato. Parece un problema de diván: los cambios de actitud que
tiene el equipo a lo largo de un partido son el principal obstáculo que
debe vencer el plantel de Américo Gallego. Y no es técnica ni
calidad lo que le falta. Puede superar en ofensiva a un rival, pero también
puede mostrar poca seguridad cuando tiene que sostener toda su estructura. La
demora en la resolución de ese carácter tendrá incidencia
directa en el resultado final del torneo.
River (13 puntos).
La semana pasada era el quinto elemento del fútbol total: cinco
goles en treinta minutos en la difícil cancha de Estudiantes (último
con dos puntos) y mil variantes para formar de mitad hacia adelante. Que Fuertes
y Cavenaghi, que Cuevas y el Chori, que Lucho se asienta, que vuelve DAlessandro,
que... Sin embargo, ayer Huracán lo maniató con dos Ortiz, un
Morquio recuperado y una manada de Lobos. Lo que queda claro es que se fue Coudet
a España y el ingeniero Pellegrini ya comenzó a extrañarlo.
El mejor jugador del campeonato, según su óptica, no tiene reemplazante
entre tantas figuras y ahora el desafío será encontrarle una alternativa
táctica para esa posición. Es cierto que cuando se enchufan los
de arriba el equipo puede golear. Pero cuando no aparecen, Astrada y Ayala parecen
más lentos y más viejos de lo que realmente son.
Boca (11 puntos).
La tendencia a observar cada fecha a los equipos y sacar conclusiones
definitivas a partir de lo que se ve en esa hora y media, lleva a despropósitos
equiparables al ejemplo del elefante visto por el ojo de la cerradura. Con Boca
pasa eso. Los que vieron la primera fecha hablan de las patas pesadas; los de
la segunda, de la trompa; hay quien cree en el valioso marfil de los colmillos
y otros desde ayer hablarán de su colita insignificante.
En realidad, tras media docena de fechas, Boca está en un momento jodido:
su técnico no tiene diagnóstico claro. Esperó a un goleador
que no golea (Sosa), pero que obliga por presencia a jugar para él y
no esperó a un armador (Equi) que obligaría a intentar jugar.
El equilibrio de Tabárez se le vuelve en contra cuando no
suma fútbol.
Newells (11 puntos).
Que la derrota en el clásico
no sea una bisagra: ésa es la obsesión que debe haber perseguido
a Julio Zamora hasta su cama, anoche, casi hasta tornarse pesadillesca. Porque
el futbolero sabe cómo pegan estas derrotas. Porque más allá
del folklore, del caído invicto de los 22 años, el equipodel Parque
Independencia tiene que haber sufrido el shock. Aunque perdió bien, aunque
conoce al milímetro, en la intimidad de la noche, cuando se apaga la
luz, las razones que condujeron a la derrota. Pero habiendo tenido un arranque
vital, interesante, prometedor, la falta de respuesta en el clásico de
jugadores clave, que estuvieron en el partido, pero paseando su ausencia, tiene
que haber conmovido. Haber calado hasta el hueso la cuestión: ¿se
puede sostener el andamiaje del equipo sin el espíritu de los que tienen
que hacer el esfuerzo? De la respuesta dependerá, casi irremediablemente,
el desenlace de la campaña.
San Lorenzo (10 puntos).
Acaso sea hora de que comience el romance de Rubén Insua con
sus propios hermanos de sangre. Porque es curioso que, en una época en
la que los técnicos de cuna los que fueron jugadores del club y
ahora velan su porvenir desde el banquillo son un bien apreciado, Insua
haya tenido que vencer tantas resistencias habiendo nacido futbolísticamente
en Boedo. La experiencia que le falta al entrenador es la que le sobra a Alberto
Acosta y es ese roce del delantero, el roce con la red rival, el que está
poniendo de buen humor a uno y a otros. No está muy cerca, pero tampoco
está tan lejos y, en un campeonato tan apretado como éste, el
crédito que no sobra debiera quedar abierto.
Velez (10 puntos).
Una camada de buenos pibes,
varios con bastante experiencia, y un técnico de la casa con toda la
impronta de haber vivido su formación al lado de Carlos Bianchi, le abrían
el crédito para este torneo. Además, algunos resultados importantes
(triunfo en Córdoba, goleada a Huracán) parecían que le
daban cierto realismo a esa presunción. Sin embargo, dos partidos clave
dan la pauta de que al equipo de Ischia todavía le falta maduración
para pelear con aspiraciones concretas. En los dos clásicos que disputó
de local, ante River e Independiente, perdió sin merecerlo, pero dejó,
además de los seis puntos, la sensación de que todavía
no está a la altura de los líderes. Claro que en un certamen tan
irregular, un par de resultados podrían devolverlo a la lucha.
Racing (4 puntos).
Se ha sugerido que la suspensión del partido contra Chicago ha
sido, en el fondo, una tabla de salvación para la Academia, como para
darles a los jugadores unos días más para aprender el inglés
de Ardiles y dejar de recibir cuatro goles por partido. Los hinchas han pasado
un fin de semana extraño, sin material para el sufrimiento lo que
parecía más natural en esta circunstancia ni para el regocijo
lo que nunca puede excluirse, pero añorando... Los jugadores
y Ardiles, seguro, habrán querido jugar: nunca como en estos casos se
necesita tanto la revancha. Las camaritas que le faltan a Blanquiceleste no
le impedirían jugar el miércoles por la Copa Sudamericana, ante
River. ¡Qué ocasión inmejorable para probarse! Porque el
partido se jugaría a puertas cerradas. En ese caso, la mufa del hincha
será doble.
Huracan (4 puntos).
Los jugadores de River se apresuraron a aclarar que la causa de la inesperada
derrota de ayer no fue la falta de Coudet; los visitantes, en cambio, sugirieron
que la victoria se debió a un exceso de Ramón Ortiz: hubo dos
de ellos en la cancha (Ramón Pedro y Ramón Antonio) y uno de ellos
marcó el primer gol. Los que la miran de afuera se preguntan qué
pasó. Cómo un equipo que jugaba realmente mal, independientemente
de los resultados que había conseguido hasta ayer, fue capaz de demoler
al demoledor. ¿Le habían hecho una cama a Brindisi y, una vez
renunciado el entrenador, vueltos a la vida? Difícil. Más vale
creer en uno de esos milagros que el fútbol produce de vez en cuando
para revalidar el conceptode la fe en su magia. Célico, el entrenador
maravilla (ciento por ciento de efectividad) le dejará su puesto esta
semana seguramente a Carlos Babington, y espera haberle contagiado algo de su
fortuna a lo que vendrá.
Lanus (4 puntos).
Tras la salida del profe Córdoba cundió la desorientación
y desde entonces, con Chiche Sosa, tampoco había conseguido zafar de
la malaria. Ahora, a partir del laborioso triunfo ante Boca, podría llegar
a armarse desde atrás uno de sus puntos neurálgicos
con la seguridad que puede darle su arquero Claudio Flores, la prodigalidad
consabida de Carboni y el cuidado de la pelota con Leo Rodríguez y compañía.
Sin embargo, lo fundamental será ver qué pasa con la parte anímica,
que era la más profundamente deteriorada. El efecto multiplicador del
triunfo ante Boca puede ser determinante para salir del pozo.
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