NO JUGO BIEN, PERO VENCIO CLARAMENTE A GIMNASIA POR 2 A 0
Boca se reencontró con el gol
Después de la ruidosa caída ante Lanús, Boca recuperó su imagen con una merecida victoria ante Gimnasia y Esgrima. Bracamonte apareció como titular y respondió a las expectativas marcando dos goles: el primero con un toque elegante y el segundo con un rodillazo. El equipo de Tabárez, a tres puntos de Independiente, sigue prendido en la pelea.
› Por Facundo Martínez
Con dos goles de Héctor Bracamonte, que esta vez arrancó de titular relegando al Pampa Sosa al banco de suplentes, Boca se quedó ayer con el triunfo frente a Gimnasia y sumó así tres puntos importantísimos para mantenerse entre los líderes del torneo y levantar la escuálida imagen que había dejado en la derrota frente a Lanús. Sin embargo, sólo el resultado fue positivo para el equipo de Oscar Tabárez, ya que en el balance dejó varias dudas sobre su capacidad de juego y dominio frente a un rival que casi no lo complicó. Los goles de Braca serán una presión extra para el entrenador, quien deberá decidir cómo resuelve el problema de mantener en el banco a un jugador estrella como Sosa por el que Boca paga 1,2 millón de dólares por año.
El mayor atractivo del partido de ayer, que fue flojo en todo sentido, es sin dudas lo que dejó Bracamonte en el campo: dos goles. El primero llegó a los 42 minutos, tras una exquisita habilitación de Ezequiel González, un pase largo y cruzado, para que Braca se luciera en la definición mano a mano frente a Olave. El arquero se comió el amague, buscó cortar un centro y abrió un espacio sobre el primer palo, justo donde el delantero colocó el remate. Y el segundo fue sobre el inicio del complemento, a los 52, luego de un centro de Marcelo Delgado que el goleador conectó de primera, a la carrera y con la rodilla, ganándole previamente la posición a San Esteban.
Con eso le alcanzó a Boca para ganar el encuentro; antes no había hecho méritos suficientes y sólo cuando Gimnasia se vio obligado a ir a buscar el descuento y, en consecuencia, la cancha de abrió, los de Tabárez pudieron disimular las falencias en el juego colectivo y llegar con más claridad al área contraria. Hasta entonces, había aparecido muy poco Carlos Tévez, se equivocaban mucho Sebastián Battaglia y Raúl Cascini en el medio y resolvían mal Clemente Rodríguez y Hugo Ibarra cuando pasaban al ataque; también asustaba Nicolás Burdisso en el fondo, demasiado nervioso para resolver. Salvo algunas jugadas del Equi y de Delgado, los dos que se mostraron más y aportaron dinámica al conjunto, lo de Boca era bastante opaco: tenía la pelota, pero no generaba peligro.
Lo de Gimnasia fue también horrible. Con tres en el fondo y cinco volantes, el equipo de Carlos Ramacciotti hizo poco ofensivamente: Muller no inquietó para nada y Andrés Madrid no pudo asumir la responsabilidad de generar juego. A los platenses no les alcanzó con las buenas intenciones de Esteban González y Claudio Enría, los que más intentaron, ni siquiera para descontar. Además, las pocas situaciones peligrosas fueron neutralizadas por Diego Crosa y –cuándo no– por un Abbondanzieri muy seguro.
Si en la primera mitad habían escaseado las chances serias de gol para ambos equipos, en la segunda etapa la tendencia continuó, aunque se notó una pequeña alza. Olave le sacó un remate a Battaglia, después Delgado reventó un pelotazo en el travesaño; Enría exigió a Abbondanzieri dentro del área, pero el arquero desvió al corner, después metió un cabezazo que el arquero también tapó, al igual que un tiro libre ejecutado por Matías Arce, que Abbondanzieri despejó con los puños. Todo en muy poco tiempo, rápido pero incierto; el reloj se comía los últimos minutos.
Boca festejó el triunfo con discreción, era lo justo. En las escaleras del estadio el tema de conversación era, en todos, el mismo: los goles de Braca, el preferido; y una duda: ¿qué hará Tabárez con Sosa?
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