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Por Daniel Guiñazú

El pasado y el futuro del boxeo argentino se rozaron la punta de los dedos en Montevideo. En el elegante ring del Radisson Victoria Plaza y en la madrugada de ayer, Julio César Vásquez, un ex campeón del mundo, recuperó su paso victorioso al vencer por puntos en fallo unánime al uruguayo Enrique Campos. Y el mediano Marcos Silvano Díaz, el prospecto más sólido de estos días, logró su octava victoria consecutiva antes del límite superando por KOT en el 6º round al salteño Javier Mamaní.
Que Vásquez haya podido volver a ganar luego de dos derrotas consecutivas sirve porque lo mantiene en carrera. Pero no conviene hacerse demasiadas ilusiones con él: ya ha dado lo mejor de sí y de ninguna manera lo espera en el 2003 un destino henchido de peleas y bolsas más importantes.
El oriental Campos volvió obligarlo a trabajar los 10 rounds y viejos defectos reaparecieron. Vásquez (74,600 kg) estuvo bien sólo en los tres primeros rounds. En el 2º, incluso, derribó a su rival con dos zurdazos a la cabeza y uno al plexo. Acorraló a Campos (75 kg) contra las cuerdas y le hizo sentir el rigor de su izquierda cruzada o en gancho, arriba y/o abajo. Después y hasta el final, le pasó lo que ante Sclarandi: a medida que se fue agotando, perdió brío y brillo.
Con Díaz también es preciso ser prudente. Pero por motivos opuestos. Todavía no le ha ganado a nadie de peso. Y la solidez de su mandíbula para absorber castigo deja dudas que habrá que esclarecer. Pero su pegada es cosa seria (sobre todo su derecha) y eso obliga a mantenerle el crédito abierto y a mirarlo con respeto. Nadie como él ha ganado tanto por nocaut en lo que va y en lo queda de 2002.
Ante Mamaní (70,200 kg), del tercero en adelante, Díaz (72,400 kg) hizo diferencias de vigor. Y en el sexto definió con una derecha caída que pegó detrás del oído de izquierdo del salteño y le quebró las rodillas. Si no lo apuran (parece verde aún para las peleas grandes) estaremos en presencia de uno de los buenos, algo que el boxeo nacional necesita como el agua y como el aire.