BOCA Y SAN LORENZO TERMINARON 0 A 0 EN UN PARTIDO RARO
Pellegrini presentó los planos del empate y el maestro Tabárez aprobó
Hubo muchas situaciones de gol, y entre ellas tiros de Acosta y Delgado en los palos, pero el cero a cero no se quebró y el clásico dejó una imagen pálida. Riquelme jugó un ratito y se cansó. La figura fue el Beto Acosta.
› Por Juan José Panno
A los alumnos del maestro Tabárez no le salieron bien los cuentas porque los hinchas tenían en los cálculos tres puntos, lo que no es más que una expresión de deseo, pero que no resultó ningún disparate si se toman como referencia, para mensurar esa pretensión, los primeros 20 minutos de cada tiempo en los que Boca pudo golear.
A los alumnos del arquitecto Pellegrini los planes le salieron mejor porque estructuraron el juego para rescatar un empate de la Bombonera y eso fue lo que se llevaron: el cero a cero. Es cierto que casi se les va todo el andamiaje al diablo, pero también pudieron construir una resonante victoria en el final, cuando los alumnos de Tabárez pedían que Elizondo tocara el timbre.
Boca mostró en un mismo partido la irregularidad que viene caracterizando la gestión de Tabárez: jugó muy bien mientras Riquelme estuvo enchufado, se cayó a pedazos en la segunda mitad del primer tiempo, arrinconó a San Lorenzo en base a su ambición en el inicio del complemento y al final, cansado e impotente, estuvo muy cerca de perder.
San Lorenzo también tuvo dos caras y saltó alternativamente de la confusión y la endeblez defensiva a la prolijidad en todas las líneas, de a ratos fue un desastre y de a ratos un equipo interesante, y mezcló los pases a los contrarios de Capria con los caños de Erviti, la intrascendencia de Franco con el hambre goleador siempre vigente del Beto Acosta y las atajadas de Saja con las fallas en la marca de Serrizuela.
A Boca le queda la excusa del cansancio por el partido del miércoles contra el Santiago Wanderers, pero la verdad es que sólo la mitad de los jugadores estuvo en ambos encuentros. En todo caso lo que sí pesó en contra fue que Riquelme no estuviera en las mejores condiciones físicas. El equipo había abierto un interrogante sobre sus posibilidades en la Copa y los signos se agrandaron ayer al final de un partido que se cerró con la indiferencia de la gente: ni aplausos ni silbidos. Entre las dudas que sobrevolaron la Bombonera hay que incluir ésta: ¿por qué tardó tanto Tabárez en hacer un cambio? Además, cuando puso a Gaitán, ¿por qué sacó a Guillermo Barros Schelotto y no a algún volante? El DT no encontró la manera de que Boca recuperara protagonismo, pero la verdad es que nadie hablaría de Tabárez si Delgado hubiera convertido la mitad de los goles que se perdió.
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