1 Carlos Bianchi es fanático de Internet. Por eso, una de las cosas que realizó por la mañana, antes del debut ante Chicago, fue conectarse a la red. Y, entre otras cosas, mandó algunos correos electrónicos. El más significativo fue el siguiente: “Hola, soy Carlos. No te olvides que hoy vuelvo. Gracias y felicidades”, dicen que decía el mensaje. En el subject, se alcanzaba a leer
[email protected]
2 Cuando la voz del estadio nombró a los 16 jugadores de Boca, el más aplaudido resultó el técnico. “Que de la mano/ de Carlos Bianchi...”, fue el hit con el que lo recibieron después de 427 días de ausencia. Desde aquel 5-3 a Independiente un domingo a la mañana que le regalaron sus jugadores, Bianchi esperaba este momento. Igualmente, cruzó la cancha a paso lento, recibió mil flashes de los fotógrafos y se quedó el borde del banco, donde saludó a Catriel Orcellet, el arquero de Chicago y ex dirigido suyo en la primera etapa en Boca.
3 Mientras esperaba que Elizondo pitara el inicio, tuvo tiempo de leer algunas banderas, que le demostraban que el cariño de la gente se acrecentó con el paso del tiempo. “Es lógico: el DT más grande dirige al club más grande. Carlos Bianchi, qué gusto volver a verte”, decía una ubicada arriba del banco. “Bianchi, la leyenda continúa”, rezaba otra colocada sobre los palcos. Hasta le causó gracia esa que lo retrataba vestido de traje, gritando un gol, con una corbata de Boca.
4 Su vuelta ya es un hecho. Sin embargo, algo lo intranquiliza y lo hace salir del banco. “No sea cosa que justo hoy no chequee sus mails”, piensa. Por eso, marca el número ultrasecreto. Una vez realizada la llamada, vuelve con la serenidad habitual. Sin gestos ampulosos, apenas algunas señas para corregir una posición y a disfrutar de lo que hacen sus jugadores. Un Bianchi auténtico, como si nunca se hubiera ido.
5 30 minutos. Ezequiel González pierde la pelota en mitad de cancha, y comienzan a bajar los murmullos de una Bombonera que ni siquiera había gritado un “uuuuuuhhhhh” por una jugada de peligro. El enganche por el que apostó el técnico, a quien le dio la diez de Riquelme, todavía no engranaba en el juego. Bianchi mira al profe Santella y le dice: “Dame el celular...”. El mensaje es concreto: “Hacé algo, al Equi lo van a silbar”. Y de inmediato, Delgado queda cara a cara con Orcellet, pero el arquero le tapa el remate. El rebote lo toma González, que no puede en primera instancia, pero recoge su propio disparo y toca con el arco vacío...
6 A partir del gol –o del llamado, que es casi lo mismo–, González se transformó en el mejor jugador de Boca. Se hizo cargo de la conducción, abasteció con frecuencia a los ayer desacertados Guillermo y Delgado, y casi siempre limpió los ataques del equipo. Hasta colaboró con la recuperación. Para cerrar una tarea muy completa, colocó un gran pase a Calvo en la jugada previa al segundo gol. Con el partido definido, tuvo un par de toques de jerarquía que levantaron el público.
7 Minuto 36. “Me preocupa que en la contra nos ganen las espaldas de los marcadores de punta”, le dice a Veglio. “Es mejor prevenir”, les dice a sus colaboradores cuando agarra el teléfono. Un breve diálogo y del otro lado surge un “Bueno, ya te mando a mi hijo”. En ese instante, Zárate, uno de los más incisivos de Chicago hasta ese momento, debe dejar la cancha. Su reemplazante es Jesús, que ayer debe haber jugado su peor partido en Primera División.
8 35 minutos. La jugada no lleva ningún riesgo. Abbondanzieri ataja la pelota en su área, en tanto que rivales y compañeros vuelven a susposiciones naturales. Todos menos Tilger, que se hace el sota y se queda en la medialuna, relojeando al arquero. Cuando Abbondanzieri sacó, el delantero se puso adelante, con lo que el fuerte pelotazo del Pato le pegó en la espalda. Mientras la pelota va mansita hacia al arco y Abbondanzieri retorna desesperado sin ninguna chance de enmendar la macana, Bianchi grita: “El teléfono, el teléfono...”. En ese momento, Elizondo hace señas de que el gol no vale y les explica a los protagonistas que desde que se implantó la regla de los 6 segundos, a los arqueros no se los puede molestar...
9 Minuto 80. Boca no liquida el juego. La preocupación en el banco va creciendo. “Dame el celular”, dice. Su índice aprieta el redial. Del otro lado una voz extraña: “El teléfono solicitado está apagado, o fuera del área de cobertura”. “No puede ser”, se escucha entre dientes. Entonces, Bianchi levanta la cabeza y ve cómo Ezequiel González habilita a Calvo, el lateral manda el centro atrás y Donnet marca el merecido 2-0. Partido liquidado y una sonrisa cómplice en el banco.
10 Minuto 92, Elizondo pitó el final. Boca ganó con tranquilidad. Sin sobrarle demasiado, pero con total justicia. Bianchi cruzó la cancha, esta vez con un paso más veloz que el del inicio, escuchó de nuevo el “De la mano/ de Carlos Bianchi...” y saludó con un gesto suave a los plateístas que se agolpaban frente al túnel del vestuario. Todo está igual que entonces. Carlos Bianchi volvió a su casa.