MERECIDA VICTORIA FRENTE A BANFIELD
Boca mostró dos caras y terminó sonriendo al compás de los goles
Con dos goles de Guillermo Barros Schelotto y uno de Moreno, Boca dio vuelta un partido que hasta los 13 minutos del segundo tiempo perdía por 1 a 0 y dejó muy felices a sus hinchas. Los cambios que ensayó Bianchi en el segundo tiempo tuvieron incidencia en el desarrollo del juego. Banfield, con prolijidad, había hecho su negocio en la primera parte, pero no supo resistir.
› Por Juan José Panno
Qué Boca? ¿Cuál? ¿El de la Copa o el del campeonato? ¿El titular? ¿El suplente? ¿El mezclado? ¿Qué Boca? ¿El que no se sabe a qué juega o el que tiene todo controlado? ¿Cuál es el verdadero? Para aumentar la confusión, ayer hubo dos Boca en uno: el del primer tiempo que iba perdiendo 1 a 0 con Banfield jugando muy mal, y el del segundo tiempo que borró de la cancha a su rival y metió tres goles que pudieron ser cuatro o cinco. Si se juzga desde los resultados, no hay mucho para discutir porque se trata de un equipo ganador, iluminado, que suma en todos los frentes; pero si el análisis parte de sus actuaciones surgirá que, aunque varíen los nombres, se está hablando de equipos igualmente intermitentes, desparejos, capaces de sorprender en cualquier dirección. Ayer, del medio hacia arriba, Bianchi armó el equipo con minicomponentes nuevos: lo puso al debutante Christovao en el medio, junto con Pinto, lo adelantó a Donnet, le dio libertad a Tevez y apostó a dos delanteros por afuera: Guillermo y Estévez. Y casi todos ellos sonaron desafinados, poco armónicos y no inquietaron demasiado a Noce, salvo en un par de cabezazos de Donnet. Banfield, que es un equipo ordenado, prolijo y consciente de sus límites, no necesitó colgarse del travesaño para cerrar los caminos a su rival. Con lo que tiene, con lo que puede, el equipo de Garisto se fue al descanso con un gol de ventaja: corner de Moreno y Fabianesi y cabezazo del gigantón Bilos, que tiene nombre y altura de personaje de El Señor de los Anillos.
Los hinchas de Boca se pasaron todo el entretiempo especulando con los inevitables cambios que debería ensayar Bianchi para torcer la historia. El técnico no sorprendió demasiado: puso un delantero más (Moreno), sacó un volante de contención (Christovao), bajó a Donnet y mandó a Ibarra unos metros más adelante para que desdoblara sus funciones. Salió bien. Boca se abrió al contraataque, pero tuvo mejores perspectivas en sus avances permanentes. Llegó el empate (penal a Guillermo, que pateó él mismo) y, aunque Tevez no engranaba, Moreno abrió espacios, Guillermo se agrandó y empezó a entrar en escena Estévez, que fue decisivo para el segundo gol. El ex delantero de San Lorenzo se le fue a Quiroga y mandó un centro pasado al segundo palo que Guillermo conectó a la carrera con una volea de zurda impresionante. Golazo, en la mejor jugada del partido, en una de esas jugadas que no se olvidan así nomás. Una de las claves del partido está encerrada precisamente en esta jugada, porque Estévez desbordó a su marca con una facilidad que nunca había tenido antes con Sanguinetti, quien se perfilaba como el mejor de la cancha hasta que se tuvo que ir lesionado. Tuvo suerte Boca, con el cambio obligado del lateral rival, pero esto no es más que un detalle porque, del modo que había planteado las cosas en esa segunda parte, con la actitud de juego que había asumido, con Sanguinetti o sin Sanguinetti, su victoria siempre estuvo latente. No menos de media docena de contraataques claros de gol tuvo el equipo boquense antes de que Moreno rematara una buena acción conjunta, fruto de un derechazo violento que le puso moñito al triunfo.
Boca terminó encantando a sus hinchas, especialmente a aquellos que prefirieron olvidarse por completo del primer tiempo.
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