LIONEL MESSI FúTBOL
El mejor futbolista del mundo tuvo un año duro, pero aspira a un 2014 campeón del mundo.
› Por Juan José Panno
El año se abrió con el escenario iluminado, como ya tenía acostumbrado a todo el mundo: el 7 de enero recibió el Balón de Oro, postergando una vez más a Cristiano Ronaldo; el 27 de enero le hizo cuatro goles al Osasuna, en otra actuación de esas que encandilan; y el 6 de febrero firmó la renovación de su contrato con el Barcelona hasta 2018, asegurando el futuro económico de su hijo Thiago –nacido a fines del año anterior– por unos cuantos siglos. Después de que su club se consagrara campeón local, el 12 de mayo empezó la seguidilla de lesiones musculares: sobrecargas, distensiones, rotura del bíceps femoral derecho, rotura del bíceps femoral izquierdo. En 2013 estuvo más tiempo en los consultorios médicos que en los campos de juego. Entre lesión y lesión jugó con altibajos, lejos de sus reales posibilidades y muchas veces fue devorado por marcas implacables, que en otros tiempos él sabía convertir en conos de entrenamiento.
“Está triste por las sucesivas lesiones”, razonaban algunos compañeros. “Está regulando porque lo único que le interesa es llegar bien al Mundial, olvídense de Messi por ahora”, escribió el periodista argentino radicado en España Rodolfo Chisleanschi, abriendo una polémica que se viene extendiendo en el tiempo. También se dijo que las lesiones son producto de lo poco que lo cuidan en el Barcelona, sometiéndolo a grandes esfuerzos para que esté presente en los encuentros por los porotos, y también en los amistosos con exclusivo fin recaudador.
Jorge Valdano esbozó en su momento una teoría más simple: “Está cansado y necesita descansar”. Pero lo cierto es que más allá de todo, sí es cierto que Messi tiene una asignatura pendiente con la Selección Nacional, y consciente o inconscientemente, se propone emular en Brasil 2014 lo que Maradona hizo en México 28 años atrás. Y para llegar bien afilado al Mundial necesitaba ponerle un poco de freno al vértigo de una carrera infernal.
Las lesiones no le dejaron opción de decidir qué partido jugar y qué partido no. Lo bueno, para la Selección Nacional, para las posibilidades del equipo en el Mundial de Brasil, es que las lesiones se dieron lejos de la Copa y con el tiempo suficiente para una buena puesta punto después de la recuperación física. Sólo imaginar que pudo haberse lesionado a días del Mundial causa escalofríos.
La incógnita sobre el potencial físico y futbolístico del mejor jugador argentino de estos tiempos se empezará a develar cuando vuelva a pisar el Camp Nou, y cuando participe de los amistosos con los que la Selección Nacional se despedirá del público de Rosario y de Buenos Aires.
El año había empezado muy bien y terminó mal por las lesiones, los problemas con el fisco español, las polémicas con Javier Faus, uno de los popes del Barcelona, los rumores de su pase al PSG, y la mirada desconfiada de los catalanes. Pero ahora se abre una nueva etapa. Y por estas tierras lo único que de verdad importa es que vuelva a ser lo que era, para que se mantenga intacto el sueño de arrebatarle la Copa del Mundo a los brasileños en su propia casa. Lo demás es anécdota.
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