Lun 28.07.2003
libero

LE GANO SOBRANDO AL MEXICANO FERNANDO TREJO

Pablo Chacón gana, pero sigue sin corregir lo que hace mal en el ring

El mendocino boxea mucho aunque pelea poco, se exige lo mínimo imprescindible y no progresa. Pero quiere recuperar el título.

POR DANIEL GUIÑAZU

Idéntico a sí mismo siempre, inalterable en sus virtudes y sus defectos, Pablo Chacón dio otro paso en su carrera para volver a ser campeón del mundo. El mendocino derrotó por puntos en fallo unánime al mexicano Fernando “El Pillo” Trejo en una pelea realizada en el estadio de Newell’s Old Boys de Rosario en la medianoche del domingo. Y reiteró, del primero al último campanazo, todo aquello que se le ha venido elogiando y criticando desde que fue promesa hasta que dejó de serlo.
Cuesta no reiterarse cuando se habla de Chacón. Pasan los combates, corre el tiempo y nada parece haber cambiado: sigue haciendo bien lo que hace bien. Y persiste en no corregir aquellas cosas en las que está equivocado. No parece haber demasiada capacidad de autocrítica en el ex campeón de los plumas de la OMB y en quienes lo rodean. Y eso nunca es saludable. Ni antes cuando el ambiente lo observaba con ojos de expectativa, ni ahora que el crédito se ha consumido y que pocas cartas le quedan por jugar en el mazo de su futuro.
Lejos está Chacón de merodear el ocaso de su carrera. Tiene 27 años, medio centenar de combates profesionales y es posible afirmar que sigue siendo dueño del mayor talento que actualmente puede encontrarse en los rings argentinos. Lo que preocupa es que se lo ve estancado, detenido en el tiempo, con pocas ganas de mejorar y muchas ganas de quedarse donde está y como está. Sabe mejor que nadie que, pesando por encima de los 58,967 kg, límite de los superplumas, da ventajas. Que no le conviene combatir como liviano o como superliviano porque para esas categorías le faltan talla, alcance, velocidad y potencia. Sin embargo, frente a Trejo registró 61,500 kg, que debían ser dos o tres más a la hora de subir al ring. Peleó Chacón dos divisiones por encima de la suya. Y eso le restó rapidez, actividad, ritmo de pelea.
El otro problema de Chacón es su discontinuidad. Regula demasiado, boxea mucho, pero pelea poco. “Si quiere tener futuro internacional, tiene que tirar 100 golpes por round, si no, quédese donde está”, le dijo alguna vez Amílcar Brusa, cuando el entrenador santafesino intentaba guiar los primeros pasos de su promisoria carrera. Brusa se marchó cansado de su indolencia y del poco eco que recibían sus enseñanzas. Y Chacón sigue haciendo lo mismo que entonces: si el rival tira diez manos, él lanzará once y nada más que once. Lo justo y necesario como para ganar y no mucho más. Se exigirá lo mínimo imprescindible y punto. El resto lo pondrán su técnica exquisita y su talento inusual para conseguir mucho haciendo poco.
Este Chacón auténtico fue el que derrotó al mexicano Trejo. Y es el que pretende desafiar al ganador de la pelea de dentro de dos semanas en Miami entre el brasileño Acelino “Popó” Freitas y Jorge “la Hiena” Barrios por el título superpluma de la Asociación y la Organización. Valió la victoria porque Trejo (quien reemplazó de apuro a su compatriota Vicente Silva) está clasificado 10º en el ranking del Consejo (Chacón se encuentra 3º en la Asociación y 8º en el Consejo). Pero el mendocino no brilló. Y los 6 mil espectadores se lo hicieron saber coronando con una rechifla, tal vez injusta, seguramente exagerada, el final de la contienda.
Chacón tardó demasiado en calentar motores. Es más: hasta el 5º round, la tozudez de Trejo para tirar golpes siempre desde cualquier distancia y perseguirlo a Chacón por todo el ring lograba equilibrar aquello que el mendocino desequilibraba cada vez que marcaba distancias con su jab de izquierda, sólido y firme. El mexicano de Pachuca avanzaba y obligaba a Chacón a retroceder y a presentar pelea de espaldas al encordado. Y aunque la mayoría de los envíos del azteca rebotaban en los antebrazos, su mayor actividad, contrapuesta con la inactividad de Chacón, lo mantenía en pelea.
Recién en el 6º asalto, Chacón recuperó la memoria de sí mismo. Y fue a partir de entonces que amasó las diferencias que le permitieron alzar los brazos en victoria. En la última mitad de la pelea, el mendocino salió dela laguna mental en la que se había metido del 3º al 5º round, le dio movimiento y repertorio a su izquierda y con un par de buenas derechas voleadas puso las cosas en su sitio y dejó a todos con ganas de ver más. Las tarjetas lo vieron ganador por 97 a 95 (Omar Fernández), 98 a 95,5 (Edgardo Codutti) y 97 a 95,5 (Héctor Primerano). Líbero fue más generoso: lo vio ganador al mendocino por 98-93.
No tiene mucho sentido exagerar las críticas y sancionar a Chacón por lo que debería ser, no es y –da la impresión– nunca será. En las últimas peleas ha sido fiel a sí mismo, aun en el error y, por ese camino, mal no le ha ido. Para peleas de entrecasa, con su talento y trabajando de a ratos, le basta y le sobra. ¿Le alcanzará para volver a ser campeón del mundo? Chacón cree que sí. La mayoría se permite discrepar con él.

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