Se lo dedico a mi viejo...” Con una simple pero significativa frase, Christian Ledesma trató de expresar todo lo que sentía tras ganar la competencia que el TC 2000 disputó en Río Cuarto veinticuatro horas después de la muerte de su padre, Omar. “El viejo me ayudó desde el cielo porque después de la vuelta 10 el auto comenzó a tener una falla muy grande. Creo que éste es el mejor regalo que le pude haber hecho, porque es lo que tanto él como mi vieja me enseñaron a hacer”, reconoció Ledesma, que desechó la chance que le dieron los directivos de Chevrolet para no correr.
El marplatense llegó a Río Cuarto procedente de Mar del Plata, donde viajó el sábado a la tarde para el velatorio de su padre, poco tiempo antes del comienzo de la actividad junto a Marcelo Bugliotti (su compañero de equipo) y Marcos Di Palma, quien tenía una mala relación deportiva con Ledesma, pero que puso a disposición del marplatense su avión para trasladarse al velatorio de su padre.
“Somos del mismo palo. En la pista puede ser rival, pero nada más. En los momentos malos somos seres humanos y tenemos que estar unidos. Eso fue lo que me enseñaron mi padre y mi madre”, expresó Di Palma, cuyo padre Luis falleció hace tres años en un accidente de helicóptero.
“Quiero agradecerle a Marcos porque, más allá de las diferencias que siempre tuvimos en la pista, demostró que es una excelente persona. Al igual que Marcelo al acompañarme a Mar del Plata, corrió el riesgo de no llegar a tiempo a la carrera, y además podía tener problemas con sus sponsors”, manifestó Ledesma.