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Después de la pálida imagen que dejó River ayer en el estadio de Banfield –no gana allí desde 1997–, el entrenador chileno Manuel Pellegrini admitió que su equipo “jugó mal”. Y explicó: “Banfield hizo un buen planteo, presionó en la mitad de la cancha y no le permitió a River dominar la pelota”. El técnico también afirmó que River “fracasó en sus intentos ofensivos”, y explicó esta situación parcialmente, a partir de la salida por lesión del delantero Marcelo Salas, afectado por una contractura en el aductor de la pierna derecha. “La salida de Salas nos complicó un poco en lo ofensivo. Ahora tenemos que seguir trabajando para mejorar el funcionamiento y encontrar nuestro potencial.”
Por su parte, el jugador de Banfield, Daniel Bilos, afirmó ayer que el partido “salió de acuerdo a lo planificado”, aunque lamentó que su equipo “no supo definir en el área rival”. Bilos aclaró que no se dejaron presionar por River: “Le sacamos la pelota y nos movimos con rapidez en ofensiva para tratar de herirlo”. Luego, el delantero se lamentó: “Banfield generó muchas situaciones de gol, pero no las supo convertir. La resolución es el mayor déficit que tuvo el equipo hasta ahora”.
Por otro lado, diez hinchas de River fueron detenidos en los alrededores del estadio, como consecuencia de los disturbios ocurridos mientras se vendían entradas para el encuentro. Los simpatizantes fueron demorados por averiguación de antecedentes en la comisaría 2ª de Lomas de Zamora. Los disturbios se produjeron veinte minutos antes del partido, cuando un grupo esperaba para comprar localidades en Arenales y Medrano, a una cuadra del estadio. La demora en el expendio impacientó a los hinchas, y comenzaron a agredir a los policías. Se produjeron algunas corridas y disparos al aire de balas de goma. El operativo de seguridad montado para el encuentro, a cargo del comisario Néstor Grossi, incluyó a 430 policías.