En River Liporace la tiene reclara
› Por Gustavo Veiga
En River se estima que 7 mil chicos intentan ingresar cada año a sus divisiones inferiores pero, en promedio, apenas son seleccionados cincuenta. Desde que el fútbol amateur del club quedó a cargo del juez Carlos Liporace, quien accedió a un cargo en la Comisión Directiva como aliado de José María Aguilar, se incrementaron los controles sobre una actividad donde había sospechas de negociados con los pases que, incluso, alcanzaban a ex directivos. Ahora, aquellos pibes que se ilusionen con un futuro de Primera División en River, para acceder a su semillero deberán pasar por un riguroso sistema de selección que contempla hasta tres pruebas. Además, los técnicos no conocen la procedencia de los jugadores ni si llegan recomendados por personajes influyentes o a través de representantes. Una computadora con una clave secreta a la que sólo tienen acceso el doctor Liporace y gente de su confianza contiene esa información, vedada a los seleccionadores.
Desde que Aguilar se hizo cargo del club se dieron de baja convenios de fútbol amateur que existían con ciertas instituciones (Renato Cesarini de Rosario), se modificaron otros (Academia Duchini) y también se concretó un proyecto integral con el club Tristán Suárez, en el que tuvo decisiva participación Alejandro Granados, intendente de Ezeiza, militante menemista en los años ‘90 y, además, ex presidente de esa institución del Ascenso y socio de River.
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