FúTBOL
La pelicula del superclasico
LA FIESTA. 60 mil personas en la Bombonera. Millones delante de las pantallas de la TV en la Argentina, en América y en el mundo. Ruido y color de superclásico. Pasiones en conflicto. Late el cemento. Boca y River en la cancha y no hay nada más que hablar. El show deportivo más grande del planeta está servido. Pasen y vean, la pelota está por rodar. Empieza a jugarse la suerte del Clausura y a nadie le resulta indiferente. Gritan muchos, es casi un pueblo.
SALAS OTRA VEZ. A los cinco minutos, el chileno se va de la cancha. Siente un pinchazo en el isquiotibial de la pierna izquierda y pide el cambio. Dos minutos más tarde, entrará Maxi López y el partido no será el mismo. Salas tiene una contractura fuerte y mañana se sabrá si se desgarró otra vez o no. Si se hacen realidad las peores sospechas, deberá estar , por lo menos, 20 días inactivo. Justo cuando River más lo necesita, se quedaría afuera de la definición de la Copa y el Clausura.
IMPARABLE I. Por los costados, Maxi López se encarga de complicarle la vida a la defensa de Boca con un recurso sencillo: ponerle el cuerpo a los defensores (en este caso Clemente Rodríguez), girar e irse.
IMPARABLE II. Remata Maxi López ante el cruce de Burdisso y Abbondanzieri mandará la pelota al corner. A esta altura del partido, River tiene todo controlado. Espera a Boca en la mitad de cancha, recupera rápido y se la da a Maxi López para que haga desparramos por las puntas. El delantero rubio no está en los cálculos de nadie y tal vez por eso es desequilibrante. Su potencia física resulta incontenible para los defensores boquenses.
EL GRITO. Minuto 37: corner desde la derecha de Gallardo, Husain le gana en el salto al colombiano Vargas, Cavenaghi le escapa a la marca de Cagna, cabecea en el área chica y se va de fiesta con su gente. River en ventaja, cuando empezaba a hacer las cosas un poco mejor que Boca. Parece cierto: dos cabezazos en el área tienen destino irreversible de gol. La hinchada, en silencio, no lo puede creer. Se está perdiendo el partido más esperado del año y encima el equipo no da señales.
¡MARADO... MARADO...! Lo que se hereda, no se roba. Y mientras Papá Diego juega su partido más decisivo en Ituzaingó, Dalma, la mayor de las chicas Maradona, sangre y genética boquense como él, dice presente en el palco familiar de la Bombonera. Llegó acompañada de un montón de amigos y amigas. Como su viejo, gritó, alentó, protestó. Le tiró al equipo toda su pasión. Pero no hubo caso: Boca ayer no tenía respuestas para nadie. Ni siquiera para la hija de su hincha más ilustre.
DE MAL EN PEOR. Minuto 48. Calvo llegó un segundo más tarde que Luis González, le hizo un foul fuerte y el árbitro Pezzotta le muestra la tarjeta roja sin escalas intermedias. Es el peor escenario para Bianchi: Boca está perdiendo el superclásico, le falta fútbol y, además, se queda con uno menos. El famoso celular da siempre ocupado.
LAS DOS CARAS. Del otro lado de la raya de cal, el clásico se juega con todo. Astrada hace señas, no para, trata de ordenar a River ante el triunfo posible. Bianchi piensa y piensa. Boca sigue sin aparecer.
DE CONTRA. River juega un segundo tiempo sencillo y efectivo. Espera a Boca en el medio y sale rápido de contraataque. En una esas escapadas, Cavenaghi se la da a Husain y el volante remata por encima del travesaño.Burdisso cruza. Schiavi y Cardozo miran y no hacen nada. River es más en todas partes, pero no alcanza a demostrarlo en la red.
LA LOCURA. Minuto 81: Tevez no puede creer lo que acaba de pasarle. Impotente y desesperado, le entró mal a Ameli, Pezzotta lo expulsa y Boca se queda con dos jugadores menos. Carlitos no encontró nunca el partido, no consiguió que su habilidad pesara por ningún lado, se puso nervioso y terminó peleando antes que jugando.
TUZZIO VS. CANGELE. El chico de Boca entró a jugar los últimos 20 minutos del partido por el Mellizo. Un minuto después de la expulsión de Tevez, Tuzzio le hizo un foul fuerte desde atrás en la mitad de cancha y recibió la tercera roja del partido.
ASI TERMINA BOCA. Schiavi se va a jugar de nueve. Y Boca le tira pelotazos para que cabecee en el área de River. Ameli le ganó siempre por arriba. El fracaso del equipo de Bianchi se resume en un dato: no pudo crear una sola situación de peligro en el segundo tiempo. Lo terminó pagando con una derrota en el partido que menos quería perder.
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