Lun 15.05.2006
libero

FúTBOL › OPINION

En clave de resultadismo

› Por Daniel Guiñazú

¡Qué mal deben estar las cosas en Racing para que una multitud ovacione a un técnico como Diego Simeone, que dejó al equipo colocado en el antepenúltimo puesto de la tabla en su peor campaña de los últimos tiempos! Los hinchas se conforman con poco, cada vez con menos. Y cuatro triunfos en los cinco partidos finales y el haber zafado de la temible Promoción convirtieron al otrora resistido Cholo en un héroe blanquiceleste. Sin embargo, los números de la estadística no cierran por ningún lado. Racing terminó el Clausura con menos de la mitad de los puntos que cosechó el campeón Boca (19 contra 43). Y de los catorce partidos que disputó bajo la conducción de Simeone, apenas si ganó 5, igualó 3 y perdió 6, con módicos 14 goles a favor y 24 en contra. No obstante, el viernes, técnico e hinchada se juraron amor mutuo como si el equipo hubiera peleado por el campeonato hasta el final y no hubiera dado la pena que dio en largos tramos del certamen.

Un mérito hay que reconocerle a Simeone. Repuntó una cuesta imposible. Debutó perdiendo el clásico ante Independiente, y los mismos hinchas que lo aclamaron, aquella tarde de sábado, lo despidieron de la cancha en medio de una lluvia de insultos y proyectiles. Demoró siete fechas en ganar su primer partido. Pero cuando pudo ajustar algunas de las muchas piezas que estaban flojas y armar algo parecido a un equipo competitivo, sumó 13 de los últimos 15 puntos que jugó, y dejó a muchos lamentando el final de la pesadilla.

Quizás el papel de víctima del canibalismo habitual del fútbol argentino le haya puesto a Simeone la gente a favor a la hora del adiós. Le dijeron que se fuera cuando las cosas empezaban a salirle mejor y cierto futuro se adivinaba entre las tinieblas. Y eso le acercó una mirada piadosa y solidaria que, a futuro, se hubiera convertido en despiadada no bien los vientos hubieran vuelto a soplarle en contra. Porque ésta, como tantas, es otra historia que se cuenta en clave de resultadismo y memoria corta. Muchos de los que el viernes cantaron y agitaron banderas por Simeone pedían a gritos el regreso de Merlo cuando daba la impresión de que la debacle de Racing no tenía fondo. Ahora que Merlo se decidió a volver, exigen que Mostaza no vuelva y que Simeone se quede porque la confianza parecía haberse regenerado. ¿De qué equipo será la gata Flora?

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