“No está muerto quien pelea”, debió pensar el goleador de Boca, Martín Palermo, cuando a mediados del año optó por renovar su contrato con el club, más allá de haber mostrado altibajos a lo largo del torneo Clausura. Lo hizo empujado por la ilusión de superar la marca en el profesionalismo del goleador histórico, Pancho Varallo, quien brillara en la década del ’30 gracias a los pases gol su compañero y amigo Roberto Cherro. Pero sobre todas las cosas, Palermo quiso seguir porque sentía íntimamente que todavía tenía más goles para dar, que la pólvora estaba seca. Y ayer cumplió buena parte de su cuota goleadora. Se fue de la cancha aplaudido por los hinchas y, por supuesto, más cerca de Varallo.

“Palermo es un optimista del gol”, arriesgó el ex entrenador de Boca Carlos Bianchi, quien supo disfrutar del mejor momento del goleador cuando, en dupla con su amigo Guillermo Barros Schelotto, el ex Estudiantes hacía tambalear a las defensas más firmes. Frente a Banfield consiguió ayer su gol número 203 en el fútbol local (167 en Boca y 36 en Estudiantes) y achicó la ventaja que le lleva Varallo (194 goles en Boca). La receta de la eficacia es simple, está en la forma que el goleador tiene de entender su profesión y su rol dentro del equipo. Lo suyo es gol y por eso, él mismo ha confesado que vive “pendiente” de eso, que analiza de qué forma definir o, por dar otro ejemplo, de qué posición arrancar para llegar antes que los defensores rivales a la pelota. Y ayer marcó para todos los gustos: el primero de cabeza, el segundo picándola ante la salida del arquero, el tercero de penal y el cuarto, aprovechando un rebote que dio Luccheti tras un remate de Ibarra.

La tarde-noche de ayer fue la soñada para Palermo. Anotó cuatro de los seis goles de Boca y, lo más importante, consiguió dar vuelta la imagen de goleador aplacado que venía entregando en sus últimas presentaciones, además de alcanzar en la tabla de goleadores al volante Pablo Ledesma, que en medio de la sequía de la dupla atacante se había convertido, sin serlo, en el primer artillero del equipo.