FúTBOL › OPINION
› Por Daniel Guiñazú
Más allá de lo justo o injusto que pueda haber resultado su derrota, Independiente ratificó, con su tercera derrota en cuatro partidos, lo que ya se sabía del equipo de Pedro Troglio: que es un equipo limitado, dependiente en demasía de lo que pueda generar Montenegro y de la velocidad y potencia de Sosa y Denis, y que no le ofrece al técnico desde el banco variantes que le permitan cambiar la escena cuando los vientos le soplan en contra, como le sucedió ayer.
Que, al igual que San Lorenzo, haya perdido 5 partidos sobre 14, pone en blanco sobre negro su discreta calidad. Y que, a pesar de esta campaña, siga manteniendo sus chances de salir campeón, dice que el nivel del torneo vuela bajo, aunque una mirada a lo más alto de la tabla sea una ofrenda a la emoción y un canto a la incertidumbre. El campeonato es tan raro que en la misma fecha dos equipos chicos, Lanús y Tigre, se potenciaron en su marcha rumbo al título y otros dos grandes, River y San Lorenzo, reverdecieron chances que parecían marchitas antes de que la fecha empezara a rodar.
Cuando quedan cinco jornadas, el final está abierto. Pueden salir campeones los de siempre porque Independiente, Boca, River y San Lorenzo están en carrera. Y Lanús y Tigre pueden dar su primera vuelta olímpica, porque son los dos equipos que mejor están jugando. La duda que ahora se plantea es si los cuatro grandes, o al menos algunos de ellos, afirmarán su paso en este embalaje final. Y si los dos chicos estarán o no en condiciones de soportar la presión de ser mirados como candidatos.
En principio, la próxima fecha que se jugará en el primer fin de semana de noviembre promete ser tan apasionante como decisiva. Lanús enfrentará como local a Tigre en un partido que puede fortalecer al ganador y debilitar a quien lo pierda. Independiente deberá ir al Monumental sabiendo que un nuevo paso en falso ante River puede llegar a dejarlo a un costado de la lucha. Y River recibirá a los rojos con la convicción de que un triunfo en una condición de local en la que ha sido casi inexpugnable, lo dejará con sus posibilidades intactas.
El enclenque Boca de Miguel Angel Russo irá a Avellaneda a tratar de recuperar, ante Racing, seguridades perdidas en el superclásico. Y San Lorenzo se jugará sus últimas cartas nada menos que ante Huracán, en un clásico que tuvo su última versión en 2003. Si a ello se le suma una nueva edición del derby platense entre Estudiantes y Gimnasia, no hay duda: el regreso del fútbol dentro de quince días, luego del domingo de las elecciones, traerá un puñado de emociones fuertes y algunas definiciones que se están haciendo desear más de la cuenta.
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