TENIS › CON UN CUADRO DESPEJADO, PUEDE ALCANZAR LA CIMA DEL RANKING SI GANA
› Por Sebastian Fest
desde Melbourne
“¡Vaya! No hay ninguno de los que me complican...” Rafael Nadal acababa de estudiar el cuadro del Abierto de Australia y para su alegría descubría que a sus rivales más duros, aquellos que se le atragantan, no se los encontraría antes de la final.
Si es que llega a ella, claro. Pero Nadal, que sigue fiel a su perfil bajo, que sigue viendo el tenis partido a partido, sabe que este año tiene, más que nunca, la “obligación” de llegar lo más lejos posible en Australia. Porque el sueño del número uno, dicen las cifras, es posible.
Nadal será número uno del mundo si gana el torneo –algo que ningún español logró en la historia– y el suizo Roger Federer no llega a semifinales. Si Federer llegara a semifinales quedarían empatados en 6630 puntos, pero el suizo mantendría el liderazgo por su mejor suma de puntos en los 14 torneos obligatorios que dan forma al ranking mundial.
Pero incluso sin ganar el torneo –necesita llegar a la final–, Nadal puede ser número uno. Eso sí: necesita que Federer no llegue a tercera ronda. Demasiado complicado, sí, pero el hecho de que el número uno sea posible es ya un logro para Nadal, segundo del ranking desde hace tres temporadas.
“Voy a dar lo mejor, creo que estoy preparado”, dijo con su habitual laconismo a la hora de los pronósticos. “¿Expectativas? Jugar bien”, agregó. Lo cierto es que, por primera vez desde que es número 3 del mundo, el serbio Novak Djokovic no está en el sector del cuadro de Nadal. Y tampoco están David Nalbandian y el español David Ferrer –dos tenistas ante quienes tropezó en 2007–, ni el ídolo local Lleyton Hewitt. Si se los cruza, será en la final.
En octavos, en cambio, puede medirse con su amigo y compatriota Carlos Moyá, al que venció 7-6 en el tercer set tras cuatro horas de lucha en las semifinales de Chennai, en el partido de tres sets más largo a tres parciales de los últimos 15 años.
“Me encantaría estar en la cuarta ronda con Moyá. Pero antes tengo que ganar la primera. Siempre lo mismo. Ustedes me preguntan siempre lo mismo y yo respondo siempre lo mismo.”
Más allá de su prudencia, sería una enorme sorpresa que Nadal no ganara en el último match de la jornada inaugural su partido de primera ronda, que se jugaba ayer a la madrugada. Su rival era el serbio Viktor Troicki, de 21 años y 126º del mundo. Curioso, porque Nadal tiene la misma edad –apenas cuatro meses mayor– y las distancias entre ambos difícilmente podrían ser mayores.
De alguna manera, el torneo comenzará recién en segunda ronda para el español, aliviado porque las temperaturas de 42 grados de algunos días atrás son sólo recuerdo en Melbourne.
“Fue terrible”, dijo Nadal, que tiene en Melbourne un desafío adicional: cortar las especulaciones acerca de su forma física. Especulaciones derivadas de las sorprendentes declaraciones hechas en noviembre por su tío entrenador, Toni Nadal, y del 6-0, 6-1 que le asestó el ruso Mijail Youznhy en la final de Chennai.
Pero, ya antes de comenzar a jugar, Nadal tiene a alguien que apuesta a su favor: el mismísimo Federer. Cuando los periodistas le insistieron acerca de potenciales rivales en su lucha por el título, el suizo casi se burló de los periodistas. “¿Qué quieren que diga? Rafael Nadal, sorprendentemente. Muchachos, por favor...”
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