FúTBOL › OPINION
› Por Daniel Guiñazú
No termina de engranar River. Cuando parece que va a dar el paso al frente, cuando todos suponen que el equipo con el que amenaza Diego Simeone está listo para salir a escena, la realidad se encarga de desmentir esas presunciones y dejar las cosas tal como estaban. El agónico triunfo copero de la semana ante la U. Católica, y la posibilidad de una victoria rotunda ante el demacrado Racing, llevaron una multitud al Monumental. Pero al final, la gente enrolló sus banderas y se fue en silencio, masticando rabia. Nada de lo que se fue a ver se terminó viendo. Ni River fue tanto ni Racing, tan poco.
Quizás el plausible afán de Simeone de no ceñirse a ningún esquema y de darles cabida a todos, y las inevitables rotaciones que plantea la doble competencia, acaben jugándole en contra a la hora de definir su idea de juego y sus intérpretes. El miércoles en Chile acomodó un 4-3-1-2. Y ayer, anoticiado de que Micó ponía solo un delantero de punta (Facundo Sava), paró una línea de tres (Gerlo, Tuzzio y Villagra), otros tres parados por delante (Augusto Fernández, Ahumada y Archubi), dos enganches (Ortega y Buonanotte) y Abreu y Falcao arriba.
No puede ni debe criticársele al técnico que cambie en función de lo que su rival le propone. Lejos de empobrecerlo, eso debería enriquecer al equipo, otorgarle un plus de diferencia en medio de un fútbol tan conservador. Pero los cambios pueden estar confundiendo a algunos jugadores, que preferirían tener más claros su función y su lugar en el equipo. Tal vez sea ésa una de las explicaciones posibles de los claroscuros y las inestabilidades de River. Que en los tres partidos de la semana hizo dos goles y le hicieron uno, señal de que se está defendiendo bien, pero que el ataque no está haciendo sus deberes, por más que se los haga jugar juntos a Ortega y a Buonanotte.
Si River, el equipo y sus individualidades, no hubiera sido tan inconstante, si hubiera sostenido su ritmo de juego por más tiempo, habría podido marcarle las diferencias a Racing y su modestia. Como no lo hizo, miles de hinchas se fueron preguntándose si cambiar tanto y a tantos beneficia o perjudica a esta altura del calendario futbolero.
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