FúTBOL › HISTORIAS DE AMOR Y ODIO EN LA TRIBUNA
Vivido desde las gradas, el partido de ayer fue bastante más que una Promoción. Los hinchas de Racing sufrieron como se esperaba y al final mandaron al descenso al diablo...
› Por Juan José Panno
El fútbol no es la vida y la muerte, pero si Racing hubiera perdido ayer, andá a explicarles a sus hinchas que sólo se trata de un juego y que ya vendrán tiempos mejores; andá a decirles que, bueno, que no es para tanto, que no se amarguen. En la Argentina, como se sabe, los equipos no se van a la B: descienden al infierno. Y mucho más si se trata de un grande. Si Racing hubiera perdido, los violentos le habrían declarado la guerra a todo lo que se les cruzara a su paso y los pacíficos habrían empezado a calentarse por anticipado por las cataratas de jodas que inevitablemente les lanzarían los simpatizantes de otras cuadras, con los de Independiente a la cabeza. El infierno en dos versiones diferentes.
Por lo que fue, y en contra de lo que pudo haber sido, los hinchas que llenaron el Cilindro de Avellaneda no festejaron; se desahogaron. El grito más impactante de toda la tarde se dio a un par de minutos del final, cuando ya quedaba claro que nada podría torcer la historia: “La Promoción / la Promoción / se va a la puta / que lo parió”. Se podía interpretar que hay una larga lista de personas y situaciones encolumnadas para marchar detrás de la Promoción al destino indicado: los de Belgrano; los de otros cuadros que ayer hicieron fuerza por Belgrano; Julio Grondona, de quien sospechan que algo habrá hecho; los sucesivos dirigentes, interventores y gerenciadores que llevaron al club a esta situación; los que opinaban que es mejor tocar fondo para levantarse con más impulso; los que hacían números sobre lo que podría facturar la TV con Racing en la B; y sobre todo, los hinchas de otros cuadros que empezaban a afinar la garganta para cantarles “vos sos de la B, vos sos de la B”.
“La Promoción, la Promoción” volvieron a cantar cuando Sergio Pezzotta marcó el final del partido y el punto final del sufrimiento. Condenados al fracaso, se comieron las uñas, cerraron los ojos una vez y maldijeron más de una. Temerosos de un nuevo y habitual milagro en contra, permanecieron callados escuchando los latidos de sus corazones y los cantos de los rivales en casi todo el desarrollo del partido. Hubo algunos preinfartos en cada uno de los goles que pudo marcar Gigli, incluido un cabezazo en el palo, y hubo infartos detenidos a tiempo cuando Bustos se trabucó, se apuró, se resbaló y perdió increíblemente un gol que deberá figurar a la cabeza de cualquier ranking de bloopers del año, junto con la Gran Orion y la Gran Migliore. Si le hicieron una estatua a Merlo , deberían hacerle un busto a Bustos por el gol perdido. Basta con imaginar qué podría haber sucedido si el jugador de Belgrano no deshacía un gol hecho. Faltaban como 15 minutos para terminar el partido y a Racing lo separaba un solo gol del cambio de letras pasando de la A de alivio a la B de bochorno.
Los futboleros argentinos pocas veces vemos un partido entero en condición de neutrales, así jueguen un amistoso dos equipos de Zaire. Si no sabemos por cuál hinchar, esperamos cinco minutos y tomamos partido por uno. Por el color de la camiseta, por el nombre, porque juega mejor, por llevarle la contra al comentarista que no nos bancamos y alaba a uno de los equipos, por lo que sea.
Este cronista confiesa que deseaba que ganara Racing. Por los muchos amigos de la academia que tiene (no hay muchos de Belgrano en la Capital), por lo conmovedora que es la hinchada y porque sí. Pero, como nobleza obliga, también confiesa que lamentó que Bustos malograra esa jugada en la que quedó solo. El 1-1, además de poner un poco más de justicia, habría puesto un poco más de emoción y de angustia en el hincha de Racing. Que ganara, sí, pero sufriendo hasta el final, piensa el cronista asumiendo su condición de perverso que seguramente se le endilgará.
Ganó Racing, se queda en Primera y su gente se siente más vital que nunca. Porque como dijo Bill Shankly, el mítico entrenador del Liverpool, “el fútbol no es sólo una cuestión de vida o muerte; es mucho más que eso”.
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