Lunes, 20 de julio de 2009 | Hoy
FúTBOL › OPINIóN
Por Gustavo Veiga
Puede que hasta los mismos hinchas de Estudiantes se hayan sorprendido con las palabras de Alejandro Sabella desde el balcón de la Municipalidad de La Plata. Y que hasta se hayan hecho un guiño cómplice. Nunca un director técnico de fútbol parafraseó sin nombrarlos –y menos ante una multitud– a Perón y Alfonsín.
Una frase del líder justicialista aggiornada para la ocasión –”me llevo en los oídos la mejor música, que son los gritos del pueblo pincharrata”– se le antojó una buena comparación. Pero no sonó tan bien aquello de “la ciudad está en orden”, que hizo recordar a la claudicación de “la casa está en orden” con que el presidente radical despidió a una Plaza de Mayo colmada que lo había ido a respaldar ante un intento de golpe de militares carapintadas.
Sabella es una rara avis del fútbol, con un pensamiento político que no oculta desde que era jugador de Estudiantes, o incluso antes. El autor de estas líneas lo entrevistó allá por 1984 cuando despuntaba la primavera democrática. El reportaje publicado en el desaparecido diario La Voz y que, a priori, contemplaba juntarlo con el arquero de Independiente, Carlos Goyén (ausente sin aviso a la entrevista que anticipaba el desenlace del torneo entre Estudiantes y el club de Avellaneda), terminó convertido en un delicioso diálogo sobre la dictadura militar, sus ideas de centroizquierda, el peronismo, el radicalismo y el Partido Intransigente de Oscar Alende.
Por eso, no me llama la atención que el entrenador de Estudiantes, un hombre preocupado por otros temas que exceden a la pelota, haya citado a Perón y Alfonsín desde un balcón y ante una movilización de hinchas que desde el jueves a la noche le reservan un lugar que él, un tanto incómodo por su modestia, se ganó al lado del recordado Osvaldo Zubeldía.
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