Lunes, 30 de agosto de 2010 | Hoy
FúTBOL › ¿CóMO CAYó SIN ATENUANTES UNO DE LOS PUNTEROS?
Vélez perdió en la lucha por el control del mediocampo, además de hacerlo en el balance anímico. Lo perjudicaron los espacios libres a espaldas de Cubero y la falta de proyección de Papa.
Por Pablo Vignone
Vélez, el equipo armado, el puntero, el que genera admiración de los analistas, dejó la punta del Apertura frente a un equipo que fondeaba en la tabla. La diferencia de fortaleza anímica puede explicar parte del acontecimiento, pero no redondea la cuestión. El bajo rendimiento de un puñado de futbolistas que normalmente suelen ser decisivos, como Maxi Moralez o el Burrito Martínez, revelan otra cara del asunto. Pero al rompecabezas le faltan piezas.
El grandote Silva, que por entusiasmo y oficio produjo las situaciones de gol más claras del visitante –como ese remate furibundo del complemento– y terminó descontando, se fue “con bronca porque nos ganaron con dos pelotas paradas”. Casualmente, las dos jugadas nacieron sobre la derecha. ¿Casualidad? No tanto.
La derrota de Vélez estaba cifrada en la disparidad de la zona media, en la que Augusto Fernández ni tapaba ni creaba en esa franja, mientras Somoza y Zapata no daban abasto para cubrir el despliegue de Battaglia, Medel y Giménez. Por eso Cubero se adelantó, especialmente en la primera mitad, unos veinte metros en el campo, dejando enormes huecos a su espalda que no siempre cerraba Domínguez, y que Chávez, en menor medida Giménez, a veces Viatri, podían explotar. Las dos faltas que dispararon los goles de Boca se originaron en ese pedazo del terreno de juego.
Desdibujados Martínez –no acertó ni cuando se tiró a la izquierda– y Moralez, Vélez ni siquiera pudo jugar la carta de las subidas de Papa por la franja izquierda, porque Clemente Rodríguez, parado como tapón en el medio, se lo impidió, ganándole el duelo una y otra vez.
Sólo cuando Boca aflojó físicamente en el último tramo del partido, cuando se derrumbó el dique, Papa alcanzó el fondo de la cancha y de su centro llegó el cabezazo de Silva. De otras dos estocadas del lateral llegaron el remate que Cristaldo (que había entrado por Fernández para darle más profundidad al ataque) remató desviado y el golpe de cabeza del mismo delantero que pudo haberse transformado en el empate agónico, que se desvió en Viatri y terminó controlando Lucchetti.
Vélez mostró ayer un flanco débil. El derecho. ¿Habrá tomado nota River, el puntero, su próximo rival?
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