Lunes, 21 de marzo de 2011 | Hoy
FúTBOL › LO QUE SUCEDIó DENTRO DEL ESTADIO HASTA QUE SE SUSPENDIó EL PARTIDO
Las corridas en el exterior preludiaron el arranque de un enfrentamiento tenso. Los hinchas de Vélez le tiraron serpentinas a Migliore y, al ratito, el arquero quedó tendido en el área visitante. Inmediatamente se desató la furia en la tribuna.
Por Adrián De Benedictis
El fútbol argentino continúa enfermo. Un nuevo episodio de violencia que terminó con otra víctima volvió a desnudar la irracionalidad que sigue dominando a esta actividad. Cuando transcurre un período en el que esta clase de hechos no se exponen y todo parece en su lugar, es sólo el maquillaje de una situación que no encuentra cura. El estadio de Vélez fue ayer el escenario de más salvajismo entre dos parcialidades que arribaban con antecedentes, y que la inoperancia política no tuvo la capacidad suficiente para poder detener. De esa manera, a seis fechas de haberse iniciado el campeonato, ya se encuentra salpicado con la mancha más dolorosa.
La tarde en Liniers había comenzado con mucho nerviosismo. Cuando el público estaba llegando a la cancha aparecieron los primeros duelos con la policía. En las inmediaciones de la puerta principal del club, sobre la avenida Juan B. Justo, un grupo de socios locales se enfrentó con los uniformados, debido a la molestia que le causó el maltrato en el momento de conducirlos hacia las puertas de ingreso. Todo ello ocurrió antes de que se conocieran las versiones sobre las peleas (ver aparte) que se habían producido unos minutos antes a pocas cuadras de ahí.
El clima raro siguió adentro de la cancha, cuando los hinchas de Vélez arrojaron rollos de serpentina al área que ocupaba Pablo Migliore, y que derivó en la demora del inicio del juego. El árbitro Sergio Pezzotta llamó a los dos capitanes para comunicarle que si volvían a aparecer proyectiles, iba a suspender el encuentro. Finalmente el partido comenzó y al minuto Vélez estuvo cerca de convertir cuando un tiro de Moralez fue rechazado por Migliore. Enseguida, Aureliano Torres remató de zurda y la pelota salió cerca del palo. Pero eso fue sólo un espejismo de la realidad.
Moralez se preparaba para ejecutar un tiro libre, y Migliore cayó en el área a causa de otro impacto desde la tribuna. Cuando parecía que todo se reanudaba, a los ocho minutos, desde la otra popular comenzaron a romper el alambrado, por la furia que había causado enterarse del fallecimiento de aquel hincha. La situación fue incontrolable y Pezzotta decidió que no se continuase.
A esa altura, los destrozos en la general visitante habían abarcado los puestos de comida, matafuegos, butacas y todo lo que estuviera al alcance. El espectáculo –se completaría a puertas cerradas y la AFA lo decidirá en el transcurso de esta semana– se había deformado para darle lugar a la furia, mientras la sociedad sigue en la espera inútil de reacciones que permanecen ausentes.
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