Una hora y media después de haberse suspendido el partido, los jugadores de Belgrano volvieron al campo de juego. En la tribuna Centenario Alta, los 2500 hinchas del equipo cordobés seguían gritando. No habían podido salir a causa de la batalla campal desatada alrededor del Monumental, y la ofrenda que venían a entregar a sus jugadores fue premio a la espera.

Con camisetas celestes, y con bombos y banderas, los futbolistas expresaron su alegría, después de haberse refugiado en el vestuario visitante, para delirio de los fanáticos que se sienten otra vez parte de Primera División después de cuatro temporadas en la B Nacional.

“Salimos a matar, o nos mataban a nosotros –reconoció la figura de Belgrano, el uruguayo Ribair Rodríguez–. Este grupo se lo merece, dimos todo en los dos partidos. Empezamos con un alerta que fue el rápido gol en contra, pero por momentos supimos controlarlo. Son finales, batallas y por suerte se ganó”, dijo el mediocampista. El arquero Juan Carlos Olave, autor de una atajada clave, afirmó que el ascenso “es un premio por no bajar los brazos. Jugué los dos partidos más importantes de mi vida y gracias a Dios conseguimos el objetivo”.

El autor del gol del empate, Guillermo Farré, admitió que “por un segundo” no vio “a dónde iba la pelota. No pensé en nada, nada más en no errarle al remate”. Luego agregó: “Estoy orgulloso de vestir la camiseta de Belgrano. Quedamos en la historia del club. Sabíamos que no sería fácil, que íbamos a sufrir y tener que pelearla”.

“Se hablaron muchas pavadas, que nos había comprado River, que otros rivales nos habían incentivado para que ganáramos. Sólo entramos por el logro deportivo e hicimos dos grandes partidos”, remarcó Mariano Campodónico, que así logró su cuarto ascenso.