Lun 28.05.2012
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FúTBOL › CARUSO LOMBARDI VERSUS MARTINO

Cuestión de perfil

› Por Juan José Panno

Algunas cosas en común tienen: aman el fútbol, son entrenadores, fueron jugadores, mediocampistas, nacieron en el mismo año, 1962: Ricardo Caruso Lombardi el 10 de febrero y Gerardo Martino el 2 de noviembre. Desde aquí podría trazarse una extensa gruesa línea para marcar notables diferencias.

El mediático técnico de San Lorenzo, antes y después de su carrera como jugador, hizo de todo: vendió palanganas, baldes de plástico, macetas, tierra, turba, puso una especie de circo en el fondo de su casa, regenteó una tanguería para solos y solas que, según asegura, “armó más casamientos que Roberto Galán en la televisión”. Como futbolista pasó por Argentinos y varios clubes del ascenso, pero nunca se destacó demasiado. Su pase a las primeras planas le llegó cuando empezó a dedicarse a la dirección técnica.

El actual entrenador de Newell’s Old Boys, hijo de un matrimonio de la típica clase media rosarina, fue un alumno destacado en el colegio, “aunque un poquito quilombero”, confiesa con cierto pudor. Su carrera se truncó en el cuarto año, cuando llegó al seleccionado juvenil que dirigía Roberto Saporiti y con el que jugó el Sudamericano de Guayaquil y el Mundial de Australia, en el mismo equipo que Claudio Morresi, Sergio Goycochea y Jorge Luis Burruchaga, entre otros. Carga con el record de ser el jugador que más partidos disputó en la historia de su Newell’s: 505. Por eso, y porque en una encuesta entre hinchas del club fue elegido como el mejor de todos los tiempos, es que una de las plateas del estadio lleva su nombre.

Si San Lorenzo llegara a zafar del descenso y de la Promoción, a más de uno se le va a ocurrir rebautizar alguna de las tribunas del Nuevo Gasómetro con el nombre de Caruso Lombardi.

Como jugador, Caruso se reconoce medio vago y recuerda que pisaba a los rivales en los corners o les tocaba el culo en la barrera para sacar alguna ventajita. Al atildado Martino, que jugaba fenómeno, lo condenaba su carácter calentón; de las 13 veces que lo echaron, 12 fueron por protestarles a los árbitros. Claro que si se trata de reclamarles a los referís, Caruso es una especie de campeón mundial y vive victimizándose.

Cuando estudiaba la carrera de técnico, a las clases de los sábados Caruso llegaba siempre dormido por las trasnochadas en la tanguería. Con el título en el bolsillo se despertó y empezó a armar un singular currículum que le dio chapa de armar equipos desde la nada y hacerlos ascender o rajar de la guadaña, según las circunstancias. Dirigió a Defensores de Belgrano, Italiano, Estudiantes de Buenos Aires, Temperley, Platense, El Porvenir, All Boys, Racing, Quilmes y San Lorenzo. Nunca lo llamaron para dirigir al club de sus amores: Estudiantes de La Plata.

Martino jura que es de Newell’s, aunque alguna vez un ex presidente del club lo acusó de ser hincha de Rosario Central. “Nunca dirigiría a Central”, declaró alguna vez, para desmentir acusaciones y aclarar posiciones. A la que sí dirigió fue a la selección paraguaya, con la que obtuvo excelentes resultados durante cuatro temporadas, aunque fue muy amarrete y dejó una pobre impresión en la última Copa América, disputada en nuestro país. En ese torneo se salió de su línea de perfil muy bajo y dio un título a todos los periodistas presentes en la conferencia de prensa que siguió al partido en el que Paraguay superó a Brasil. “Ganamos de pedo”, dijo, muy suelto. En general, y en contraposición con Caruso Lombardi, sus declaraciones son medidas, cuidadas, reflexivas, más al estilo de su maestro Marcelo Bielsa. Caruso, en cambio, acusó públicamente de “falopero” a Omar Asad, de “cagón” a Rolando Schiavi, le hizo desagradables gestos obscenos al Chori Domínguez y en su último acto le sacó una gorra a un policía en una farsa de pelea callejera con Fabián García, el ex ayudante de campo de Leonardo Madelón.

Los estilos contrapuestos de Caruso y Martino estuvieron frente a frente ayer en la cancha de San Lorenzo. Después del encuentro, el DT de Newell’s dijo que San Lorenzo había sido “todo corazón”. Caruso no dijo nada porque, enojado con la difusión de su ridícula pelea con García, se llamó a silencio. No le durará mucho.

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