Lunes, 1 de abril de 2013 | Hoy
AUTOMOVILISMO Y MOTORES › DISCREPANCIAS SOBRE LA MULTITUD QUE ASISTIó
Las estimaciones oficiales hablaron de más de un millón de personas en el fin de semana, pero el cálculo de los organizadores está por debajo de la mitad. La medida del éxito.
Por Pablo Vignone
Esta carrera callejera de Buenos Aires nació con la voluntad de llevar el automovilismo a la gente, sacarlo de los autódromos que sólo pisan los auténticos fanáticos y servirlo en bandeja a todos, hinchas y neófitos, bajo el apelativo del vértigo. Pero, ¿a cuántos vecinos llegó realmente?
Según el subsecretario de Deportes de la Ciudad, Francisco Irarrazábal, la concurrencia “superó el millón de personas entre los dos días”. Una hora y media antes del comienzo de la carrera de Súper TC 2000, el ministro de Seguridad y Justicia, Guillermo Montenegro, había estimado en 600 mil los espectadores. Para el titular de la empresa organizadora, Rodrigo Figueroa Reyes (sobrino del recordado folklorista Hernán Figueroa Reyes), “el sábado vinieron entre 180 y 230 mil personas, y hoy (por ayer) duplicamos esa cantidad, aunque la seguimos llamando la carrera del millón”. En el mejor de los casos, unas 450 mil personas ayer. Pareció exagerado. La Policía Federal, que normalmente hace cálculos a gran escala de concurrencia, no estuvo presente en el acontecimiento.
También estuvieron ausentes el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, y el jefe de Gabinete, Rodríguez Larreta; la máxima representación oficial fue la de la vicejefa de Gobierno, María Eugenia Vidal. “La política se metió en la vida de todos”, opinó a modo de explicación el titular del Súper TC 2000, Pablo Peón. “Nosotros como categoría nunca nos metimos en la política, creo que (el secretario de Deporte de la Nación, Claudio) Morresi habló sin fundamentos, pero estamos acostumbrados a las críticas. ¿Por qué no en el Autódromo? Es un problema económico, dos veces intentamos negociar, pero no hubo arreglo.”
Llevar el automovilismo a la gente no es solamente una experiencia filantrópica: los mejores lugares siguen siendo pagos. El uso privado de lo público siempre es enojoso. Este año, las tribunas de la recta principal, la de Avenida del Libertador, tuvieron hasta techo; la masa tuvo que arreglarse, como el año pasado en el Obelisco, de la manera en que pudiera. Las promesas, formuladas al cabo de la edición de 2012 en el Obelisco, de levantar tribunas también para la gente que no estaba beneficiada con un ingreso VIP o no podía pagarse una entrada de 800 pesos, no se vieron satisfechas. Lo más adecuado fueron las escalinatas de la Facultad de Derecho, que estaban nutridas a la hora de la carrera. La grilla de partida, sobre Libertador, parecía más bien Florida, aunque el acceso no era para cualquiera; sucede lo mismo con la F-1 en Mónaco, el paraíso de la exclusividad.
Si tuvo éxito la intención de convertir al público en fanático, seguramente se sabrá con el transcurso del año. En 2012, después del callejero del Obelisco, la competencia de Rafaela, la mejor de la temporada y con records de velocidad, se disputó prácticamente en familia. Si no se consigue mover el amperímetro en esas circunstancias, entonces esta idea original de ampliar la base de seguidores habrá quedado reducida, simplemente, a un ejercicio económico.
“Es lógico que haya menos público que el año pasado, porque ya no es novedad, así que para el año que viene pensamos en alguna alternativa –aseguró Figueroa Reyes–. Si la ciudad de Santa Fe ya tiene carrera nocturna, ¿por qué no nosotros?”, se preguntó. La noche del sábado se agregaría al programa de 2014. A los pilotos la idea no les cae simpática.
Finalmente no hubo accidentes graves a lo largo del domingo, aunque algunos golpes –como el que involucró a los autos de Julián y Char en la chicana, a los de Fineschi, Riva y Belli en la esquina de Tagle y Libertador– trajeron inquietud. “Ahora puedo confesar que a mí me daba mucho miedo la chicana, pero por suerte no pasó nada”, reveló Christian Ledesma, uno de los pilotos más experimentados.
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