Lunes, 1 de abril de 2013 | Hoy
FúTBOL › EL POBRE MOMENTO DEL BOCA DE BIANCHI
Los pibes no terminan de explotar; los refuerzos no funcionan y los más veteranos no le encuentran la vuelta. Se parece a la peor versión del Boca de Falcioni. Lo salvó Orion en el arco.
Por Juan José Panno
Se ha escuchado mucho y se ha escrito que Boca tiene esta semana un partido trascendental para sus aspiraciones en la Copa Libertadores de América contra el Barcelona de Ecuador, y por eso Bianchi reservó a algunos titulares en el clásico ante Independiente. ¿Es efectivamente así? Hagamos nombres. No jugaron Riquelme, al que lo tienen entre algodones para ver si llega al miércoles, ¿y quiénes más? Viatri, Ribair Rodríguez, Rivero, Burdisso, Erviti, Blandi. ¿Esos son los titulares? ¿Cuál es el verdadero equipo de Boca? Sus actuaciones en los últimos tiempos llevan a esta sensación: Boca es un equipo de suplentes, todos son suplentes. Juegue quien juegue, con la excepción de Juan Román Riquelme. Hay, también dos buenos arqueros –Orion y Ustari– y después todo da más o menos lo mismo. Elija: ¿Albín o Sosa? ¿Pérez, Caruzzo o Magallán? ¿Clemente Rodríguez o el pibe Zárate? ¿Ledesma, Rivero o Pol Fernández? ¿Somoza o Ribair Rodríguez? ¿Erviti o Colazo? ¿Silva, Viatri, Lautaro Acosta o Blandi? ¿Cambia mucho si entra uno de éstos y sale otro? Por ahora no puede jugar Erbes (lesionado) y tampoco Sánchez Miño, que no está inscripto para la primera fase de la Copa, y entonces el entrenador tiene que acomodar todas las piezas, ver entre los que jugaron ayer quiénes están en las mejores condiciones físicas y presentar un equipo con posibilidades. ¿Podrá?
Ayer jugaron Cellay, que se fue expulsado y desperdició una nueva oportunidad de demostrar que merece estar en el plantel, y el pibe Bravo, que es muy tiernito y no pudo hacer demasiado en la media cancha, donde mandó Independiente, de punta a punta. El pibe Palacios mostró desfachatez y habilidad en otros partidos (ayer estuvo en el banco), pero no para convertirse en uno de los atacantes titulares.
Boca parece depender de lo que genere Riquelme, pero todo un equipo no puede girar en torno de un jugador físicamente desgastado. Su experiencia copera podrá ayudar, y seguramente a partir de ahora Bianchi no lo va a utilizar en el campeonato local. En realidad, Boca ya se despidió del torneo doméstico: ganó un solo partido, ante Quilmes en la primera fecha, empató 4 y perdió 2. Con sus 7 puntos está a sólo 4 puntos de la cola y lejísimo de la punta: si Lanús gana hoy, le sacará 12 puntos. Van nada más que siete fechas, falta un montón, pero nada hace pensar que Boca puede acomodarse en algún momento. Hizo 7 goles y recibió 10, lo que lo coloca entre los equipos que más goles sufrieron. De hecho, ayer le pudieron hacer tres o cuatro más y nadie se hubiera sorprendido.
Los tres refuerzos que llegaron junto con Bianchi no dieron el resultado esperado: el Chiquito Pérez es un candidato firme a la tarjeta roja o a cometer un penal en cada partido (ayer le hizo uno a Leguizamón); Ribair Rodríguez rindió más como defensor que como volante; y Martínez arrancó bien, pero cada vez le cuesta más porque el equipo maneja poco la pelota.
Si los pibes no terminan de explotar (de Paredes ya se olvidaron todos), los refuerzos no funcionan y los más veteranos no le encuentran la vuelta, el Boca de Bianchi se parece a la peor versión del Boca de Falcioni. Y así, por ahora, el futuro es bien oscuro.
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