FúTBOL › LAS ACTUACIONES INDIVIDUALES EN BOCA
› Por Ariel Greco
Si el rival no fuese River, Boca podría haberse llevado buenas sensaciones del partido de ayer. Pero su vencedor se llama River, con todo lo que significa. Por eso, toda opinión queda condicionada con el resultado. Hasta los propios integrantes –Bianchi, Orion– se quedaron más preocupados en dispararle a Pitana que en analizar el juego.
Entonces, que Juan Román Riquelme haya jugado el mejor partido del año queda en un segundo plano. Poco interesa que haya demostrado, una vez más, a punto de cumplir 36 años, que este tipo de partidos están hechos a su medida. Hasta su tremendo golazo de tiro libre para el empate parcial resulta inadvertido. Lo que con otro marcador hubiese sido motivo de una sonrisa grande, ayer quedó opacado por el 1-2.
Que el Burrito Martínez recupere su desequilibrio y pueda sacarse adversarios de encima como en la etapa de Vélez pasa al olvido. Que Insúa complete otro buen partido, con personalidad para sobrellevar el Superclásico y para transformarse en una buena alternativa de ataque, tampoco importa demasiado. Y así se podría seguir con la enumeración.
Resulta paradójico que el mejor jugador de Boca de un tiempo hasta esta parte haya sido el mayor responsable de la derrota. Orion casi no tuvo trabajo, porque en las llegadas de River no necesitó intervenir. Pero su salida en falso en el gol de Funes Mori lo dejó en evidencia.
La línea de fondo tuvo en Grana a su punto más flojo, sin peso en ataque y poca solvencia en defensa. Lo curioso es que una de sus mejores intervenciones –quite a Lanzini– derivó en el segundo gol de River. Los dos centrales completaron un buen partido, más allá de que Forlín perdió en el corner del gol.
En el mediocampo, Boca sufrió otro partido opaco de Gago, que sigue sin poder adueñarse del equipo como lo hacía en sus mejores momentos. Frustrado, terminó protestando mucho más de lo que jugó. Erbes, con su dinámica, cumplió con su tarea, aportando equilibrio y buen juego. Intermitente, Sánchez Miño insinuó mucho más de lo que concretó, aunque formó una buena sociedad con Insúa.
Otro que quedó en deuda terminó siendo Gigliotti, que no pudo concretar dos ocasiones clarísimas en el área, que podían haber cambiado la historia del partido. Tampoco le quedó cómodo el partido a Acosta, que aportó poco y casi nunca pudo desequilibrar con su habilidad. Pero claro, a esta altura, con el 1-2, poco importan virtudes y defectos.
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