Lun 15.12.2014
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FúTBOL › CIEN AñOS GANANDO TíTULOS TRANSFORMAN A RACING EN ALGO ESPECIAL

El primer grande del fútbol argentino

Tanto en los tiempos amateurs como en los del profesionalismo, la Academia jalonó momentos de inmenso honor, coronándose con futbolistas de la más notable jerarquía. El primer título llegó en 1913, más de un siglo atrás, y siguen los aplausos.

› Por Daniel Guiñazú

Si Racing es “la Academia”, si acaso fue el primer club realmente grande, si fundó el estilo de juego nacional basado en la pelota corta, jugada al pie, el pase y la gambeta, se debió a la aparición hace ya 100 años de un equipo extraordinario que dominó el fútbol argentino entre 1913 y 1925, tal vez como ningún otro haya podido hacerlo luego, tanto en los tiempos amateurs como en los del profesionalismo.

Ese equipo sucesor de Alumni (que se disolvió en 1911) ganó 9 campeonatos (7 de ellos consecutivos de 1913 a 1919, 1921 y 1925) y 5 en condición de invicto. Y deslumbró con un juego de habilidades y destrezas personales totalmente contrapuesto al estilo lineal del Alumni y de otros equipos de procedencia inglesa. Este Racing fundacional no sólo desarrolló una estética: también le aportó al fútbol argentino sus primeros ídolos nacionales (Alberto Ohaco, Francisco Olazar, Alberto Marcovecchio, Natalio Perinetti y Pedro Ochoa) y desparramó la pasión por el fútbol mucho más allá de las fronteras de Avellaneda, donde levanta su cancha desde 1905 hasta nuestros días.

l El primer tricampeón. Racing fue grande antes de Boca, River y los demás. Pero le costó sostenerlo en el tiempo. De hecho, luego de la consagración de 1925 y ya instaurado el ciclo profesional en 1931, demoró 24 años en volver a salir campeón. Lo hizo en 1949 con un equipo que bien pudo haber dado la vuelta olímpica un año antes si no se le hubiera cruzado por el camino la huelga de jugadores profesionales, cuando marchaba primero en la tabla.

En el ‘49, Racing fue campeón jugando como local en la Bombonera con una delantera que emociona de sólo nombrarla (Salvini, Tucho Méndez, Rubén Bravo, Simes y Sued) y una defensa de hierro (Antonio Rodríguez, Higinio García y García Pérez). En el ’50 pudo hacerlo en su nuevo estadio de cemento, construido en el mismo sitio donde antes estaba la vieja cancha de madera. Ese equipo fue demoledor: pese a que perdió 10 partidos, pudo sacarle 8 puntos de diferencia a los escoltas Boca e Independiente. Pero un año después, en 1951, debió sufrir hasta el final para poder llegar a ser el primer tricampeón de la era rentada.

Con 44 puntos había igualado el primer puesto con Banfield, y definió el título en dos finales memorables jugadas en el viejo Gasómetro de San Lorenzo en la avenida La Plata: la primera terminó empatada 0-0, y la segunda la ganó 1-0 con un golazo de Mario Boyé, al que se había repatriado desde Italia. Mucho se habló (y se sigue hablando) de la influencia de Ramón Cereijo, el ministro de Hacienda del gobierno peronista, en esas consagraciones. Pero lo cierto es que ese Racing dejó un surco en la historia del fútbol.

- El ’58 y el ’61. La espera para los próximos títulos académicos no fue tan prolongada. Siete años más tarde, en 1958, con otra delantera célebre (Corbatta, Pizzuti, Manfredini, Rubén Sosa y Belén), y con Pedro Dellacha bastoneando la defensa, Racing sumó su cuarto campeonato profesional que repitió pronto, en 1961, casi con la misma base (entró Pedro Mansilla como centrodelantero por Manfredini, quien se fue a jugar a Italia) y un zaguero lujoso (Federico Sacchi) en el fondo.

- El Equipo de José. Cinco años más tarde llegó, acaso, el ciclo más exitoso de la historia racinguista. Juan José Pizzuti, ya como técnico, tomó el equipo en el último puesto del torneo de 1965 y lo llevó a ganar arrolladoramente el campeonato de 1966 con una sola derrota (0-2 ante River) en 38 partidos (la menor cantidad en campeonatos largos). Mentalidad ganadora, una convicción ofensiva inquebrantable, la jerarquía de Roberto Perfumo y la personalidad de Alfio Basile para sostener la defensa, y la sabiduría para armar el juego de Humberto Dionisio Maschio, de regreso desde Italia, le dieron forma al popular “Equipo de José”, que no detuvo allí su tránsito. Un año más tarde fue campeón de América y del Mundo, llenando de orgullo a sus hinchas y a todo el fútbol argentino.

- Paso a paso. Nadie imaginó que luego le vendría lo peor a Racing: 35 años de frustraciones y sinsabores que incluyeron el increíble descenso a la B de 1983 y la quiebra de 1998, durante la gestión presidencial de Daniel Lalín. Lo único que no disminuyó (más bien creció) fue el amor por los colores de su inmensa hinchada, que fue recompensado por el título del Apertura 2001.

Ese equipo duro y metedor –con más fortaleza mental que fútbol en los pies– que Reinaldo Merlo armó, casi a su imagen y semejanza, le dio a Racing su última gran felicidad. Hasta que anoche, y con Diego Milito en el centro del ataque, como la última vez, una nueva estrella de los campeones empezó a brillar en el glorioso cielo de la Academia.

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