FúTBOL › EL URUGUAYO FUE EL úNICO QUE PUDO DESTACARSE EN RIVER
› Por Adrián De Benedictis
River estuvo a pocos minutos de mantener la punta de la tabla después del primer duelo Superclásico, pero en tres minutos se le escapó el lugar de privilegio. El nivel de los protagonistas no fue parejo para sostener ese sitio y apenas el delantero Rodrigo Mora fue el que estuvo por encima del resto de sus compañeros. El uruguayo se movió por todo el ancho del ataque y fue el hombre más inquietante en el área rival. De esa manera, estuvo varias veces cerca de convertir un gol visitante.
La chance más clara fue en el inicio del segundo tiempo, cuando remató de volea y exigió al extremo a Orion. También ejecutó un tiro libre que se fue apenas arriba, y en otra, sin marca, remató desviado. Mora tendrá su lugar asegurado en los enfrentamientos por la Copa Libertadores.
Por debajo del atacante se ubicaron cuatro futbolistas, y tres de ellos pertenecen al mediocampo, la zona donde River tuvo mayor presencia. Sánchez comenzó muy activo, y en muchos pasajes se convirtió en el enlace que necesitaba el equipo. El volante estrelló un remate en el travesaño en la primera parte, y después pareció sentir el cansancio físico. Kranevitter lo acompañó bien en la franja central. Si bien terminó siendo superado por Cubas, cortó el circuito de Boca y también aportó en ofensiva con un tiro de media distancia que se fue desviado.
Por el lado izquierdo, Rojas tuvo que trajinar mucho y realizó un gran despliegue. Cuando pudo, detuvo las subidas de Peruzzi y de Meli, y también estuvo cerca de convertir pero su zurdazo salió al lado del palo. Maidana fue el otro que estuvo en la misma línea que ellos. El marcador central mostró algunas dudas al principio, en el momento de tomar las marcas, pero con el correr de los minutos se fue afirmando, y terminó siendo el mejor de la última línea.
El colombiano Gutiérrez siempre es una amenaza para los rivales, pero en esta oportunidad no tuvo la gravitación que siempre se le reclama. El delantero tomó contacto con la pelota lejos del área, y eso le hizo perder incidencia. En su acción más peligrosa, arrancó bien por la izquierda y hablitió a Sánchez, que terminó rematando al palo. En el rendimiento de Gutiérrez mucho tuvo que ver el joven Driussi, quien se desempeñó como enlace, pero en ningún momento se pudo transformar en el armador de las jugadas de ataque. Y River sintió esa falencia.
Marcelo Barovero, acostumbrado a las grandes apariciones, no transmitió la seguridad habitual. En el primer tiempo le tapó bien un tiro a Carrizo, pero que derivó por un mal cálculo de él cuando pretendió cortar un envío aéreo, un aspecto en el que dejó muchas dudas. En el gol de Pavón, la pelota ingresó por el palo que debía custodiar y la resistencia que puso fue demasiado frágil. Otro que estuvo desconocido fue Vangioni, que no influyó ni en defensa ni en ataque, un rubro donde suele aportar salida permanente por la izquierda.
Del otro lado de la defensa, Mammana dejó en claro que el lateral no es su puesto. Tanto Monzón como Lodeiro desbordaron con facilidad sin que pudiera detenerlos. Pero sin duda, el peor de los de atrás fue Pezzella. El central no se complementó con Maidana, tuvo errores de precisión y también mostró resoluciones groseras en sus intervenciones.
Cavenaghi ingresó para participar de la elaboración, pero lo hizo pocas veces y alejado del área. Martínez buscó convertirse en el organizador del juego pero no lo logró. En el final, Mayada se paró por la derecha pero no pudo prevalecer. Con lo que mostró ayer, a River no le alcanza para superar no sólo a Boca, sino a otros adversarios.
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