Dom 16.05.2004
libros

FICCIóN Y GéNEROS

El gótico escondido

Tú, que te escondes, la extraordinaria recopilación de relatos de Cristina Bajo se coloca a igual distancia respecto del relato histórico y del gótico, géneros que la autora practica con rigor y eficacia inigualables.

› Por Claudio Zeiger

¿A qué alude el título del último libro de Cristina Bajo? Por empezar se trata de unos versos del Cantar de los Cantares: “¡Paloma mía! Tú que anidas en las grietas de las peñas, que te escondes en los rincones oscuros de las escaleras...”, de donde se extrapoló el sugerente Tú, que te escondes. Se han reunido en este libro, bajo este título, ocho relatos donde los fantasmas de la historia y las historias de fantasmas se entrelazan en una única urdimbre bajo los auspicios de lo que la autora no duda en señalar como “un gótico argentino”. Pero ¿quién es tú? ¿Y de qué se esconde?
Si nos remontamos a la historia como escritora de la propia Cristina Bajo, bueno, por cierto que se ha estado ocultando unos cuantos años. Hace poco comentó que siempre había creído que a su primera novela, Como vivido cien veces (1995), la había empezado a trabajar –en apuntes y borradores– hacia 1964. Y en realidad, según le revelaron algunas viejas cartas recientemente, eso había sucedido a partir de 1954. Empezó a ser édita más allá de los 50 años. Dijo que en verdad la movilizó el temor de que sus hijos nunca supieran qué había estado tecleando tantos días, tantas noches, tantos años. Lo cierto es que ya no se oculta más, sin que deba entenderse esto como un salto al estrellato. Cristina Bajo es sin dudas una escritora de overol, de herramientas en mano: arduas investigaciones, rigor para ajustar el lenguaje a la época del texto, precisión en las estructuras. Pero ya no se esconde. No como antes. Sudamericana, su nueva casa editorial, irá reeditando sus novelas (Como vivido cien veces, En tiempos de Laura Osorio, Sierva de Dios, ama de la muerte), mientras acaba de aparecer el volumen de relatos y se promete una nueva novela de la saga de los Osorio.
Pero algo más se esconde, se oculta y pide salir a la luz. Eso que se ha llamado aquí el “gótico argentino” y que en verdad tiene su status de existencia puesto en duda. ¿Existe en la literatura sólo esporádicamente o más bien es patrimonio de la tradición oral hecha de cuentos de aparecidos, fantasmas, historias que circulan de boca en boca, pero rara vez se registran en el papel? Para confirmar que existe (y en un libro de la genealogía de Tú, que te escondes), Cristina Bajo cita Misteriosa Buenos Aires de Mujica Lainez y luego avanza un poco más sobre su preferencia por esta corriente: “Elijo el gótico porque me fascina. Da la impresión de ser europeo, pero nosotros lo tenemos aunque esté oculto. Creo que tenemos un gótico, pero por nuestra forma de ser acriollada no lo vemos. Hay antiguas historias que yo tomo para el libro, como la de la monja degollada cuyo fantasma aparecía en la estancia de un amigo, según me lo contó él. O la de una chica a la que encierran en un osario hacia el año 1600 y, de pronto, durante una misa, se abre una puerta y sale una mujer arrastrándose. Otro cuento de Traslasierra refiere la historia de una mujer enojada con los propietarios de un campo lindante. Ella como venganza les envía una plaga de langostas, porque así como tenía el poder de detener a las plagas, también podía orientarlas a un sitio en especial. ¿Eso no es gótico?”.
Una vez sacadas a la luz las cosas que se esconden, también se puede hablar de las marcas más evidentes que registran estos excelentes relatos que oscilan permanentemente entre lo fantástico y lo histórico. En primer lugar, señalar la evolución cronológica de los relatos: 1573, 1662, 1710, 1807, 1810, 1821, 1831, 1840. Los cuentos le permitieron a Bajo trabajar épocas significativas. “No quise escribir cuentos históricos sino situados en una época. Escribir un cuento es un placer, pero lo que yo quería era mostrar el quiebre histórico. Ya la fundación de Córdoba fue algo especial. No fue una conquista sino una llegada al mejor estilo norteamericano del “Mayflower”. Venían con maestros, montaron una escuelita, trajeron libros. El siglo XVII es un gran quiebre en todo el interior pero en especial en Córdoba. De la nada se pasó a la universidad, los colegios, el auge del comercio, en un período de aproximadamente treinta años, así como fue Plaza de Armas y sede de la Real Aduana, yhacia fin de siglo del obispado del Tucumán. Estoy harta de escuchar de boca de algunos historiadores el lugar común de que Córdoba era la ciudad más mojigata y beata. Lo era, pero, en todo caso, de la boca para afuera. Y eso era parte de su dinámica social. Ostentaba el índice más alto de nacimientos naturales e ilegítimos del país. No se puede decir que Córdoba era mojigata cuando el obispo se paseaba a ojos de todo el mundo con su amante negra. Yo tengo el prurito de escribir verdad histórica. Invento sobre las vidas de los personajes, pero no sobre los hechos de la historia, por eso me parece que el resultado puede ser un gótico verosímil”.

SOBRE EL PASADO
Ya se podría empezar a enmarcar la obra de Cristina Bajo –y este volumen de cuentos en particular– en el fenómeno de las novelas históricas y, más aun, en el boom global de lo histórico. Y sin embargo, algo diferencia a estos libros trabajados con rigor (a la hora de utilizar la documentación y al hacer la reconstrucción lingüística de época) si se los hace contrastar con el contexto. Se suele indicar como un mérito que a través de la historia, las novelas y las biografías de próceres están buscando hablar del presente, articular con el pasado para ensayar una crítica del presente. Los resultados a veces no lo demuestran tan así. En cambio, los textos de Cristina Bajo no parecen tener esa pretensión de repercutir en un debate actual, sino de combinar entretenimiento con posturas tomadas sobre lo histórico, no más. No son textos “ad referendum” del presente. Los cuentos de Tú, que te escondes están irremediablemente hundidos en el pasado. Dicen algo sobre el pasado, releen las historias de la historia, pero esta relectura no necesariamente busca su pie en el ahora. Son debates de la historia. Esto sucede principalmente en dos aspectos destacables. Uno es el que tiene que ver con la condición de la mujer en las diversas etapas que van del virreinato a las guerras de organización nacional. De hecho, el libro adopta una perspectiva femenina donde las heroínas muchas veces pueden llegar a matar por necesidad, necesidad de liberarse de una opresión. El otro aspecto destacable es el de la mirada fuertemente crítica hacia la Revolución de Mayo, contando lo que sucedía en el interior con esos hechos tan lejanos y que, al cobrar cercanía, provocaron una fuerte violencia entre los sectores sociales en pugna.
Cristina Bajo, en definitiva, no escribe siguiendo los dictados de una moda de la historia (otra forma de hacer funcionar el pasado en el presente), aunque no se trata aquí de un rechazo hacia las convenciones del género. En la elección de temáticas y perspectivas es donde más se nota que ella escribe sobre lo que quiere y le interesa. Y, de paso, de yapa, sus textos empiezan a dibujar el ámbito de una poética propia, una especie de solar familiar en el que ya se puede empezar a reconocerla con trazo propio: eso que ha dado en llamar un gótico verosímil.

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