Una de las entradas de este diccionario lunfardo puede dar una idea del espíritu más bien juguetón con que está hecho: “Coger: 1, penetrar carnalmente; 2, mantener relaciones sexuales; 3, defraudar, estafar; 4, en una competencia o deporte, vencer, ganar; 5, en un examen, desaprobar; 6, maltratar, humillar”. O, “Mamadora: mujer afecta a practicar la fellatio”. No es que estos ejemplos sean exacto reflejo de lo que este diccionario es –ya que es más que un diccionario jodón– pero sí son un índice de con qué ánimo lúdico está hecho y de lo divertido que puede ser hojearlo. Además de incorporar todas las variantes del acto sexual –serruchar, morfársela, moverse, empomarse, etc.– y los virtualmente infinitos sinónimos con que se designan los miembros femeninos y masculinos, tiene el no despreciable plus etimológico. Así, entre otras perlas, el lector puede enterarse de que “marote” proviene del francés marotte que indica una “cabeza de cartón, madera u otro material, que se usa en las tiendas para exhibir pelucas y sombreros”, o que “esbornia” proviene del italiano sbornia que no es otra cosa que una borrachera.
Diccionario lunfardo del hampa y el delito
Raúl Tomás Escobar
Distal
453 páginas
Floja, en cambio, es esta obra de Raúl Tomás Escobar, autor cuya foja de servicios incluye el haber sido profesor de academias de las policías Federal y Bonaerense. Consecuente con sus antecedentes, Escobar desde el prólogo nos advierte que espera contribuir a algunas profesiones tales como el sociólogo, el educador y –obvio– el policía, “vocación raigal, noble sacerdocio, tremendo oficio”, según sus palabras. Escobar aclara que “lunfardo” en realidad significa “ladrón” y por extensión es “el idioma del delito”. Desde ya, el paradigma del delito es “el flagelo del narcotráfico” y el terrorismo su aliado (Tirofijo y Bin Laden viven de ese negocio). Y así. Por lo demás, las drogas y el juego ameritan las entradas más extensas. Como plus el autor agrega muchas veces el significado quinielero de las palabras (nos enteramos de que “marido” es el 96 y datos por el estilo que tanto contribuyen a la erudición y a la cultura popular). En fin, más que un diccionario del hampa parece un diccionario de términos policiales.
¡Hijo de tigre...!
Guía de expresiones con acento argentino
Carlos V. Cicottino
Comunicarte Editorial
333 páginas
Algo más general que sus vecinos policíaco-lunfardos, pero innegablemente emparentado con ellos, este libro del platense Cicottino se diferencia al ser una “guía de expresiones” antes que un diccionario canónico con sus debidas y especificadas entradas. Incorporando expresiones del tipo “Abrió la caja de Pandora” o “Es un flagelo de la humanidad”, el autor da cuenta de expresiones usadas a cada rato por los argentinos, aunque no necesariamente hayan sido originadas en el país. Frases que usan los argentinos y que el autor, y todos los que vivimos por acá, hemos oído enmás de una oportunidad y que recorren desde dichos que pudo habernos propinado una abuela (y hace tiempo, como “Si el diablo comiera sonsos... ¡qué panzada se daría!”) o el pibe de la esquina (“Es un embole”) o cualquiera en cualquier momento (“Metételo en el culo”). Por la aparición de esas expresiones innecesariamente refinadas este ¡Hijo de tigre...! puede emparentarse con el indiscutible campeón del género: el Diccionario del argentino exquisito de Adolfo Bioy Casares.
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