Dom 27.03.2005
libros

EL HISTORIADOR INGLéS DANIEL JAMES RECONSTRUYó LA VIDA DE MARíA ROLDáN, UNA HUMILDE MILITANTE DE BERISSO PROTAGONISTA DEL 17 DE OCTUBRE. EL RESULTADO ES UN NOTABLE APORTE A LA HISTORIA ORAL DE LA MANO DE UN CONMOVEDOR RELATO DE VIDA.

María, la del barrio

Doña María
Historia de vida, memoria
e identidad política.
Daniel James
Manantial
291 páginas

Por Gabriel D. Lerman
Del periodismo al foro, de la ciencia a la calle, hubo un tiempo en que ya no importó lo colectivo sino lo individual, mientras el curso de la historia se reducía a trayectorias personales. La paradoja es que el giro encontró a un individuo débil, cuya heroicidad se fundía más en la vida cotidiana que en la trinchera o la tribuna.
El testimonio de una persona puede dar cuenta de muchas cosas, mientras para la historia oral, la posibilidad de acceder al relato individual de una fuente primaria resulta tan vital y productiva en la reconstrucción del pasado reciente como lo ha sido en el abordaje de tiempos cuando la carencia de registros escritos impedía recabar datos fiables. Conseguir que un protagonista exponga su versión es para el investigador, antes que un obstáculo al rigor empírico, una oportunidad única. Tal es el caso del historiador inglés Daniel James, quien conoció a doña María Roldán en agosto de 1985, en la casa de Cipriano Reyes en Berisso. James recién se zambullía en los orígenes del sindicalismo peronista y, mientras seguía la pista de quien tanto insistió en adjudicarse la organización del 17 de Octubre de 1945, accedió a Roldán y encontró algo obvio pero quizás inadvertido: una mujer que tenía una historia para contar. Y lo que tenía para contar era también para compartir: el cruce histórico entre sus compañeros y vecinos de Berisso, los frigoríficos de la zona, la fundación del Partido Laborista y el nacimiento y persistencia del peronismo. Doña María Roldán, primera delegada gremial de la planta de Swift, comenzó a desgranarle sus vivencias y aportó su mirada concreta de casi medio siglo sobre una geografía que vio nacer, resistir y hasta parodiarse a sí mismo al movimiento político más querido y repudiado. “Según resultaron las cosas –dice James–, terminé por grabar una treintena de horas de entrevistas a lo largo de nueve meses, durante los cuales la visité en su casa, en promedio, una vez por semana, aunque en ocasiones también con mayor frecuencia”.
James necesitó diez años para plasmar el trabajo resultante de aquellas entrevistas y hacia 1992 hubo un avance monográfico en la revista de historia Entrepasados. Mundo obrero, vidas postergadas, el capital y el trabajo, las leyes sociales, María Roldán transmite un doble movimiento de sorpresa y confirmación. Sorpresa por la claridad y sencillez con que expone sus ideas, labradas durante décadas, y confirmación porque su discurso, que anhela fervorosamente lo que fue y lo que pudo ser, se posa dócil y confiada en el sueño de un laborismo argentino. Su testimonio recorre los días previos al 17 de Octubre y la noche misma del 17, en que esa joven del frigorífico es una de las pocas personas que hablan a la multitud –primero en la Plaza San Martín de La Plata, horas después en Plaza de Mayo–. Se detiene en la ruptura temprana de Perón y el laborismo y no esconde la contradicción: si bien echa de menos la disolución rápida del partido que lleva al gobierno al coronel, culpa a Cipriano Reyes. Dice que el peronismo no es lucha de clases sino límites al capital. Critica a los montoneros y la izquierda peronista, aunque considera al peronismo como un movimiento revolucionario, socialista y humanista, todo lo contrario que la derecha. Tal vez haya que pensar en Leonardo Favio, en un peronismo emocional y epidérmico, para encontrar una referencia de lo que encarna María.
Tanto Arturo Frondizi como Paco Manrique la tentaron, habida cuenta de su cercanía con Cipriano, para hacer pie o encontrar aliados en sectores populares. Otros vieron esa grieta eventual, ese horizonte perdido en los pliegues históricos que pudo ser un partido de trabajadores inspirado en el laborismo británico. Sin embargo, ella rechazó cada convite. A partir del ‘55, con Perón exilado y Cipriano solo y aislado, volvió a Perón: “Seguí en el justicialismo porque ése era mi camino, estuve bien, ¿no?, yo me inicié con Perón y sigo con Perón, vivo o muerto, ésa es nuestra meta”. Doña María murió el 3 de julio de 1989, una semana antes que Menem llegara al poder, y había hecho campaña por él. En tren de especular, no es difícil imaginarse una presumible continuidad duhaldista en sus afinidades políticas.
Primo hermano de otros libros como las propias memorias de Cipriano Reyes o Resistencia e integración de James, aunque más cerca de La vida en las fábricas de Mirta Zaida Lobato, el autor ha organizado su trabajo como si convivieran dos libros: uno es la memoria de la anciana militante; el otro es una reflexión lateral sobre la pertinencia de la indagación científica o el límite de la intrusión, tan caro a la etnografía. En ambos andariveles, James intenta “escuchar en medio del frío”, dejar salir la voz del otro. No prefigurar, no amarrar, no juzgar. La voz de doña María nos habla de un mundo obrero tal vez perdido para siempre, pero vuelve comprensibles un tiempo y su huella.

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