TENDENCIAS
Un reality de escritores. Un concurso literario de mensajitos de texto. Las nuevas tecnologías y los medios de comunicación ¿apoyan la literatura o la amenazan de muerte?
No es ninguna novedad que los medios de comunicación y las nuevas tecnologías influyen en la difusión de la literatura (basta ver nomás los rankings de libros más vendidos o los números de asistentes y ventas de la reciente Feria del Libro). Pero ahora parece que también influyen –y de un modo directo– en la creación literaria. Esta semana, dos noticias –que seguramente serán tomadas en cuenta por los teóricos tanto tecnofílicos como tecnofóbicos– han contribuido a dejar sentada esta posición.
Por un lado, remedando al encierro del estilo Gran Hermano y otros sucedáneos televisivos, tres escritores se encerraron en minúsculos cubículos neoyorquinos durante un mes con la consigna de escribir una novela bajo esas particulares condiciones psicológico-corporales. La idea, puesta en marcha por el colectivo artístico Flux Factory, de Long Island (Nueva York), se inició el fin de semana pasado cuando los escritores Laurie Stone (58 años), Ranbir Sidhu (38), y Grant Bailie (43) –elegidos por concurso– ingresaron a los pequeños lugares, que se encuentran contiguos, que oficiarán de vivienda y del que podrán salir sólo durante 90 minutos por día. Unos doscientos espectadores observaron así el inicio de lo que los organizadores han decidido denominar “Novela: Una Instalación Viva” que se prolongará hasta el próximo 4 de junio. Aunque no hay cámaras, la idea es que la gente pueda ver diariamente en qué andan los escritores y cómo conviven con su soledad. Para aquellos que no puedan hacerse un rato diario para ver a los escritores, la otra opción es ir los sábados a oír los fragmentos que los autores ya tengan escritos de sus obras.
¿Literatura a través de celulares? Pues bien, por improbable que parezca, y después de defender con ahínco la aristocracia de la lengua, ahora en España no tienen empachos en convocar a un concurso de microrrelatos a través de celulares. Eso sí, centrado en la figura del Quijote, para guardar las apariencias. La convocatoria, hecha por la Comunidad de Madrid, cierra mañana lunes y las creaciones literarias (microrrelatos o relatos hiperbreves, pequeños poemas, metáforas, aforismos, haikus, etc.) deben tener una extensión máxima de 150 caracteres, lo habitual en un mensaje de teléfono celular, y pueden presentarse tanto en español normativo como en comprimido (las abreviaturas usadas comúnmente en los telefonitos). El jurado del premio, para el que ya se han recibido más de dos mil mensajes, emitirá su fallo antes del 22 de mayo. El primer premio está dotado con 1500 euros. Además, habrá 100 finalistas que recibirán una edición de Quijote publicada por la Real Academia de la Lengua Española. Y los 101 finalistas (el ganador y los otros 100) verán su obra impresa en un volumen recopilatorio que editará la Comunidad de Madrid.
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