FOTOGRAFíA
Jesús murió por los pecados de alguien
pero no por los míos
revuelta en una olla de ladrones
un comodín en la manga
espeso corazón de piedra
mis pecados son míos
grabo en mi palma
una dulce X negra
Adán no me embrujó
abrazo a Eva
y asumo toda responsabilidad
por cada bolsillo que he robado
vil y hábil
cada canción de Johnny Ace
con la que me he divertido
mucho antes de que la iglesia
lo diera por bueno y limpio
Así pues, Cristo
te digo adiós
echándote esta noche
yo misma puedo encenderme la luz
y la oscuridad también está bien
te colgaron por mi hermano
pero conmigo no te pases
tu muerte fue por los pecados de alguien
pero no por los míos
Patti Smith, de Un fuego de origen desconocido
Con esta introducción y una foto de Adriana Lestido de una mujer de ojos cansados empuñando un cuchillo, se abre Dulce Equis Negra, la revista de fotografía trimestral editada por Marcos Adandía. De ahí en adelante, le sigue una serie de textos de Miguel Russo, Elena Poniatowska, Jorge Boccanera, John Berger, Osvaldo Bayer, Juan Sasturain y Joan Fontcuberta y varios dossiers de fotografías en blanco y negro: cada uno de los trabajos de Paula Luttringer en El lamento de los muros podría ser un fotograma de un sueño dentro de un sueño, esas imágenes-manchas que al despertar bailan un rato en la mente y luego, como el humo en una habitación, desaparecen; Las flores del mal de Daniel Muchiut, ejércitos devastadores y devastados que libran sus batallas nocturnas; las cosas, imperceptibles pero implacables como corrientes de aguas subterráneas de Gustavo Gilabert; y esas fotografías ominosas de Vejen Bavèar. Si algo une la revista es la intención de retratar todo menos lo visible. Como afirma Bavèar, la ceguera no es sólo problema del ciego, sino, y sobre todo, de los videntes.
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