UNA INVESTIGACIóN QUE HACE UN VALIOSO APORTE A LOS ESTUDIOS SOBRE EL MOVIMIENTO PIQUETERO.
Los piquetes de La Matanza.
(De la aparición del movimiento social a la construcción de la unidad popular)
Ediciones Nuevos Tiempos
190 páginas
No ha faltado producción intelectual sobre el fenómeno piquetero. Como a veces sucede, el reclamo crítico se orienta a la falta de profundidad en el análisis o simplemente a la ausencia de una voluntad de investigación que, antes que arrojar interpretaciones abusivas, realice relevamientos de fuentes, registros, rasgos distintivos o novedosos. La producción militante, intelectual, artística que ha trabajado sobre la historia reciente de un movimiento social que se hizo oír desde los márgenes de la sociedad, abarca una variedad de enfoques y procedencias. Las corrientes políticas que han puesto sus fichas y sus piezas, los grupos autónomos, los investigadores sociales que se han acercado a medir pulsos y analizar estrategias, todos ellos han conformado un campo de interés que se entronca con los no siempre visibles estudios sobre protesta social y sectores populares.
El mundo piquetero no ha escapado a los vaivenes del último tiempo en la Argentina, y pareciera buscar matices como alternativa al puro presente o al encapsulamiento, una evaluación de mediano plazo que indague sobre productividad, impacto y alcance de tantos esfuerzos. Raúl Isman, profesor de historia egresado de la Universidad de Buenos Aires, hace lo propio en su libro Los piquetes de La Matanza (De la aparición del movimiento social a la construcción de la unidad popular). Sin ocultar un fervor y un sesgo que amalgama docencia y militancia, Isman aporta información sobre el recorrido de la Corriente Clasista y Combativa y la Federación de Tierra y Vivienda, las dos organizaciones emblemáticas del conglomerado suburbano más importante de la Argentina. Un libro anterior, Entre la ruta y el barrio, de Maristella Svampa y Sebastián Pereyra, había señalado con lucidez las dos vertientes del movimiento piquetero, es decir, aquella que se vincula con las transformaciones socioeconómicas de los noventa (casos YPF de Mosconi/Tartagal y Cutral-Có/Plaza Huincul), y aquella que se imbrica con el largo proceso de desindustrialización de las últimas décadas, y que tiene al conurbano de la provincia de Buenos Aires como escenario principal. La escena piquetera, en cierto modo, tuvo a la primera como “lanzamiento” y a esta última como “colofón”, aunque históricamente señalan procesos de antigüedad inversa. El libro de Isman hace centro en el “eje matancero”, ligado a la segunda vertiente piquetera, y en particular a agrupaciones que se caracterizaron por diseñar políticas de masas que hicieron banderas del populismo y la reivindicación de la matriz estadocéntrica. Isman rescata de estas agrupaciones una actitud de regeneración de la política como espacio de expresión y representación de demandas y, por el contrario, critica las importaciones teóricas sobre “revoluciones sin Estado”, “contrapoder” o “antipolítica” que hicieron otros grupos, y directamente ironiza sobre las miradas trotskistas. El libro de Isman tiene, sin embargo, un fantasma, y ese fantasma es la actualidad o el paso inmediato del tiempo. Terminado en momentos en que la CCC orientada por Juan Carlos Alderete y la FTV de Luis D’Elía toman distancia entre sí, sobre todo en la relación con el gobierno de Kirchner, no parecen coincidentes los horizontes que ambas plantean. Mientras tanto, Isman acierta en señalar que los piqueteros han llegado para quedarse.
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