Un policial vertiginoso protagonizado por una ama de casa.
Tuya
Claudia Piñeiro
Colihue
154 páginas
Inés, madre de una hija adolescente, Lali, y esposa de Ernesto, descubre que su marido le es infiel al encontrar en su maletín “un corazón dibujado con rouge, cruzado por un te quiero, y firmado: Tuya”. Y agrega: “Una reverenda grasada, pero la verdad es que en ese momento me dolió. Estuve a punto de ir ahí mismo y refregarle el papel en la cara y decirle: ¡pedazo de hijo de puta, ¿qué es esto?!”, pero elige fingir. Inés levanta el tubo del teléfono de la cocina y escucha que una mujer le dice a Ernesto: “si no venís ahora mismo no respondo de mí”. Ernesto inventa una excusa: se cayó el sistema en la oficina, y sale al encuentro de Tuya. Ella decide seguir a su marido en su auto hasta los lagos de Palermo, donde observa una escena entre Ernesto y su amante, Alicia, su secretaria. La mujer intenta besarlo, él la rechaza, ella insiste y finalmente Ernesto la empuja “con tanta mala suerte que fue a dar justo con la cabeza en un tronco que había en el piso, y se quedó seca”.
No es que se haya contado de más: así comienza esta novela policial de Claudia Piñeiro y desde la primera página es imposible abandonar su lectura. El narrador cambia de capítulo a capítulo, entre la propia Inés, informes forenses y las llamadas telefónicas de su hija, Lali, embarazada de algunos meses sin que sus padres lleguen a notarlo (Inés, para quedarse a solas con su marido, provoca a su hija diciéndole que está gorda y afloje con las comidas, logrando que Lali se encierre en su habitación llorando). A lo largo de la novela, Inés no deja de recordar las enseñanzas de su madre, una mujer marcada por el abandono de su marido. Pero si Inés creía que el triángulo se completaba con Alicia (la secretaria muerta en el accidente), y se desvive inventando coartadas para desimplicar a su marido de esa muerte, luego va a descubrir que más bien se trata de un cuadrado. Aparece Charo, sobrina de Alicia, buscando “hacer justicia” y encontrar a su tía (cuyo cadáver permanece hundido en un lago de Palermo). El suspense se mantiene a medida que avanza la novela, casi como en una película de Hitchcock (la coartada principal de Inés consiste en decir a la policía que la noche de la desaparición de Tuya, Ernesto y ella vieron Psicosis por cable). Sin embargo, es un humor muy especial lo que hace que el relato sea tan atractivo para el lector. Inés va convirtiéndose poco a poco en una mujer al borde de un ataque de nervios, dispuesta a cualquier cosa con tal de no perder a su marido como le sucediera a su madre. La familia de Inés se desmorona día a día, y mientras ella hace lo imposible por seducir a su marido, éste se va de viaje un fin de semana a Brasil “por un congreso”.
Una vez que sienta que ya no puede hacer nada para salvar su matrimonio, su única aspiración consistirá en no ser una típica mujer que pase por la vida “sin pena ni gloria”. Entonces lleva a cabo su último plan, la venganza, que, como dice el proverbio chino, es un plato que se come frío.
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