ELISA SALZMANN: EL BALNEARIO Y OTROS POEMAS
Sol, arena y un imaginario reconocible para una propuesta de engañoso plumaje.
› Por Juan Pablo Bertazza
El balneario y otros poemas
Elisa Salzmann
Talleres de la Facultad de Filosofía y Letras
63 páginas
Son harto conocidas las dificultades para hablar del contenido en el ámbito poético. Significante y significado, ritmo y sentido tienden a confundirse en la poesía a tal punto que, en determinados poemas, cualquier decodificación más o menos objetiva resulta prácticamente imposible. En El balneario y otros poemas de Salzmann (también profesora de Literatura Norteamericana en la UBA), sin embargo, el ritmo y el sentido, lo semiótico y lo simbólico se llevan como perro y gato, pero como aquellos perros y gatos que, luego de convivir un tiempo en un lugar, parece que salvaran sus diferencias, plegándose en una especie única. Efectivamente, ya en la primera parte del poema El balneario, los versos onomatopéyicos, lejos de interferir la decodificación del significado, lo ilustran: “Una línea de carpas verde, sola// la lona vinílica en idilio// el viento la infla la hincha// revienta de gozo ola tras ola”. Y así como Salzmann logra conciliar en sus poemas el placer semántico-rítmico de las palabras con la claridad del contenido, también consigue con mucha eficacia dar rienda suelta a su subjetividad estilística a partir de un imaginario compartido y fácilmente reconocible. Gracias a que en el balneario de Salzmann reconocemos al bañero musculoso y a la melancólica que cierra la lona para hacer crucigramas, es que el plus de sentido de la autora (generalmente incorporado en los versos finales) toma tanta fuerza: “músculos del bañero sogas sus manos todas// trepan dentro del salvavidas naranja// una llamarada de auxilio se extingue//sobre un ataúd de aguas vivas”.
El libro en cuestión, que obtuvo el primer premio en el concurso Papeles dispersos organizado por la Walsh del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras, cuyo jurado estuvo compuesto por Jorge Panesi, director de la carrera de Letras, y la profesora Susana Santos, está dividido en 4 partes, que pueden leerse también como estaciones: “El balneario”, “Jardín de los senderos”, “Chalet El olvido” y “Clínica del sol”. Las últimas dos partes o estaciones son poemas en prosa que recuerdan el movimiento denominado sencillismo, promovido por Gabriela Mistral. Pero la simpleza con que se lee El balneario es aparente. Porque los encabalgamientos irregulares, en los que parecería que falta una palabra (que aparece en el verso siguiente), generan una efectiva multiplicidad semántica: “y comemos sobre nuestras faldas el mantel// blanco se mancha con círculos moldes”. Por otra parte, el libro cuenta con certeras imágenes, como aquella de la pérdida de la virginidad (digna de Gauguin) en el poema “Médanos”: “Expedicionarios de una sola tarde// perdidos en el ínfimo Sahara// de una playa argentina// pares de padres detrás de los binoculares// avistan entre los gaviotines una garza// manca despidiéndose de sus alas blancas// muy cerca de los cristales gotas de sangre”.
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