Dom 30.04.2006
libros

COLM TóIBíN

James a la carta

La novela que compitió con la de Alan Hollinghurst por el Booker también hace foco en la figura de Henry James, representando, a partir de sus cartas, los años maduros del escritor.

› Por Mariana Enriquez

The Master: Retrato del novelista adulto
Colm Tóibín
Edhasa
443 págs.

Esta extensa novela que estuvo a punto de quedarse con el Booker’s Prize del 2005 –que finalmente recayó en La línea de la belleza de Allan Hollinghurst– es extraña por varios motivos. Es toda una rareza dentro de la obra de su autor, el irlandés Colm Tóibín, conocido en la Argentina sobre todo por Crónica de la noche –ambientada en nuestro país durante los años de la dictadura– y Mala sangre, un libro de no ficción donde el autor recorre caminando la frontera entre Irlanda del Norte y la República; estas obras no anticipaban en absoluto un interés puramente literario, porque estaban mucho más cerca del testimonio o el documento periodístico. The Master, en cambio, es una biografía de los últimos años del escritor norteamericano Henry James, residente en Europa durante la mayor parte de su vida adulta. Y Tóibín toma una decisión muy astuta: no copia el estilo del Henry James escritor sino que reconstruye el tono de sus cartas y de los materiales biográficos disponibles. De esta manera construye al escritor como personaje. Y no es una biografía novelada convencional: es una auténtica novela; es un homenaje a James, pero no está exento de críticas a su figura: el personaje del escritor tiene innumerables matices, desde el hombre cobarde e hipocondríaco hasta el viajero incansable; desde el solitario que disfruta con la visita de su familia –los capítulos dedicados a sus hermanos y padres son excelentes– hasta el escritor profesional, responsable, obsesivo. Pero no es una figura inasible, un genio de mármol: es un cúmulo de contradicciones, que Tóibín desgrana con destreza, y con un ritmo que poco tiene que ver con la reconstrucción histórica, y mucho con la literatura a secas. Sabiamente, elige la tercera persona; de esta manera, se distancia lo suficiente del estilo y la voz de Henry James para construir un relato propio.

The Master encuentra a James en enero de 1865, cuando estaba a punto de estrenar su pieza teatral Guy Domville en Londres, al mismo tiempo que Oscar Wilde triunfaba como dramaturgo. La pieza de James fue abucheada y fracasó; las expectativas del escritor, que quería abandonar la prosa para dedicarse al teatro, al menos por un tiempo, se vieron destrozadas. Sin embargo, se recupera de su derrota y a partir de entonces escribe importantes novelas, las que lo convertirían definitivamente en el Maestro del título. Wilde aparece como una figura de contrapunto: Tóibín no se atreve –no posee la evidencia documental para hacerlo– a afirmar que Henry James era homosexual. Pero sugiere que, al menos, tenía sentimientos homoeróticos; cuando Wilde es encarcelado y los homosexuales londinenses huyen hacia París, un amigo le pregunta tímidamente a James si él tiene algún motivo para partir también. James lo niega categóricamente. Y dice la verdad: no lleva una doble vida. Quizás haya renunciado a sus deseos; eso no significa, sin embargo, que no los posea.

En su extenso y evidente estudio sobre la vida personal de James, Tóibín se atreve a recrear una escena de juventud clave: cuando adolescente, en Estados Unidos, durante un verano en el que visitaba a su prima Minny Temple –una mujer que sería inspiración de varias heroínas de sus cuentos y novelas–, James pasa una noche en la misma cama con un veterano de la guerra civil norteamericana; la escena es sutil, no es sexualmente explícita, pero es muy erótica. Más tarde, en el capítulo que transcurre durante 1899, James conoce a un escultor nórdico llamado Hendrik Andersen en Roma, y lo invita a su casa de Rye; la relación está muy cerca de la del amor griego, maestro-discípulo, hombre maduro y sabio-joven impetuoso, pero es platónica. Como todas las relaciones sentimentales de James, con hombres o mujeres; es especialmente conmovedor el relato de la relación del escritor con Constance Fenimoore Woolson, descendiente de Fenimoore Cooper, su íntima amiga que se suicidó en Venecia, depresiva e inteligente, posiblemente decepcionada porque James jamás intentó tener una relación con ella que superara la amistad.

La novela, aunque es cronológica, utiliza flashbacks siempre pertinentes, que ayudan a comprender a este hombre soltero y solitario, aislado y desarraigado, sociable por obligación, amable pero distante, y comprometido con su arte hasta el ascetismo. A veces, el relato decae, cuando Tóibín relaciona hechos o recuerdos con tramas de cuentos o novelas de James, de una forma demasiado directa. El lector estudioso de James podrá encontrar referencias claras a Retrato de una dama, Daisy Miller, Otra vuelta de tuerca e incluso Las bostonianas. Pero hay muchas más: Tóibín, sin embargo, jamás cita los títulos de los libros, de modo que quien conozca la obra de James podrá disfrutar del rompecabezas, pero quien no esté familiarizado con la obra del escritor no queda afuera en absoluto, porque tampoco se trata de un juego de referencias. Tóibín logra algo muy interesante, y muy difícil: que una novela donde los personajes son John Addington Symonds, Wilde, Yeats, Hawthorne, Thackeray y otros monstruos sagrados no resulte risible ni paródica. Los nombres propios jamás resultan chocantes, porque el Henry James de The Master es creíble; está muy lejos del mito y muy cerca del artista, y del hombre.

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