LIBRO CHICHE > PARA LOS MáS CHICOS
› Por Sandra Comino
Hugo tiene hambre es el nombre del cuento que ganó la última edición del Premio Fundalectura, escrito e ilustrado por las argentinas Silvia Schujer y Mónica Weiss. El galardón, que siempre cuenta con un prestigioso jurado, es colombiano, reconocido como uno de los más célebres para la literatura infantil y juvenil en el ámbito latinoamericano; se otorga desde hace una década, con la intención de difundir la escritura de autores reconocidos e inéditos de temas para jóvenes y niños. Autores como Marina Colasanti (Brasil), Celso Román (Colombia), Juan Antonio Ramos (Puerto Rico) y Lilia Lardone (Argentina) fueron distinguidos en ediciones anteriores.
Este relato cuenta un lapso de la vida de un niño de la calle y comienza apelando directamente al receptor: “¿Ves? Este que tiene los codos sobre las rodillas y la cara entre las manos, es Hugo”. Y aparece el nene con una mirada perdida, sentado en los escalones de una casa, cuya vereda (de papel de diario) anticipa la realidad del cuento. Luego, cuando damos vuelta la página, se ve a Hugo enojado porque tiene hambre. La imagen fracciona los cuerpos de las personas que caminan en la vereda –imaginamos que sin verlo–, mientras él piensa y todo lo que ve lo transforma en comida. El paisaje urbano se metamorfosea poco a poco en diferentes manjares. Y habrá que descubrir qué lugares transita, porque todo lo vemos desde el punto de vista del personaje, hasta que se encuentra con un perro que “por lo visto también quiere comer”.
La historia sería acusada de panfleto si hablara del hambre y denunciara el mundo indiferente, o de “moralizante” si alguien (otro personaje) sugiriera solucionar el conflicto, o de cuento de hadas, si una varita terminara con el hambre; pero no ocurre nada de eso y así se puede decir que es un bellísimo libro álbum. El arte y el lenguaje cuentan sin vueltas. Con ritmo, comentarios y reflexiones del narrador, típico estilo de la escritura de Schujer, donde nadie juzga porque sólo hay algo que “ocurre” y la última palabra, en todo caso, es del lector; el final no resuelve el problema, sino que permite aceptar (tal vez de manera transitoria) un conflicto. Destacar esto es importante porque en las historias escritas para chicos pareciera que los finales siempre deberían ser felices, previsibles y tranquilizadores.
La ilustración tiene un diálogo intertextual con El pibe de Chaplin. La piel de Hugo a veces es parte del paisaje y tiene la textura de pared, de pasto, de vereda y esto refuerza la idea de que nadie lo ve y se confunde con esa vista urbana.
Schujer obtuvo con su primer libro el Premio Casa de las Américas en 1986, con Cuentos y chinventos. Es autora de Las visitas, Brujas con poco trabajo, Canciones de cuna para dormir cachorros, El tren más largo del mundo, entre otros, y una de las pioneras en abordar temas de corte realista en los libros para chicos. Weiss es autora de Cumpleaños de dinosaurio y Vacaciones de dinosaurio, recibió el White Ravens (Alemania) por Leyendas argentinas, e ilustró más de cincuenta libros.
Hugo tiene hambre es un libro recomendado a partir de los dos o tres años.
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