LA ÉTICA DEL HACKER
Y EL ESPIRITU DE LA ERA
DE LA INFORMACION
Pekka Himanen
Trad. Ferran Meler Ortí
Destino
Buenos Aires, 2002
256 págs.
› Por Daniel Link
En “Tlön, Uqbar,
Orbis Tertius” (1941), Jorge Luis Borges cuenta que una “sociedad
secreta y benévola”, a través de los siglos, inventa un mundo
y escribe la Enciclopedia de ese mundo. Sesenta años después de
la fantasía urdida por Borges podemos agregar algunos nombres a esa “perseguida
fraternidad” de apáticos que escriben la Enciclopedia del nuevo
mundo: los norteamericanos Richard Stallman o Eric Raymond, el finlandés
Linus Torvalds, en fin: los inventores de Internet, los que escriben los nuevos
evangelios apócrifos que tienen a los hackers como habitantes del Pléroma,
fuera del cual ronda el mil veces maldito falso papa Bill Gates: por ejemplo,
El Evangelio según Tux (Tux es el nombre del pingüino mascota del
sistema operativo informático Linux, creado en 1991 por el hacker finlandés
Linus Torvalds a la edad de veintidós años y que ha llegado a
ser uno de los desafíos más serios al papado de Microsoft: herejías
gnósticas que la Iglesia corporativa quiere rechazar).
“Cuanto más pensaba en los hackers informáticos, más
palmario resultaba que lo más interesante de ellos era el enorme desafío
espiritual que suponían para nuestra época”, leemos en el
imprescindible libro del finlandés Himanen, que opone prolijamente la
“ética del hacker” (que no es el cracker, ese “criminal
informático” que anatematizan los medios masivos de comunicación)
a la ética protestante tal y como la define Max Weber (en La ética
protestante y el espíritu del capitalismo, por ejemplo).
¿Cuál es ese espíritu de esta nueva era? ¿Cuál
el rumor que se escucha como respuesta a los insidiosos y envenenados ofrecimientos
de la serpiente? ¿Qué contestan estos conjurados heréticos
(para quienes las riquezas de este mundo nada significan porque trabajan en
la misma escala histórica que los complotados de Tlön), cuando les
ofrecen o reclaman reserva de copyright? Como Bartleby, responden: “Preferiría
no hacerlo”; ésa es el espíritu y la política de nuestra
época.
Linus Torvalds propone, precisamente en el prólogo a La ética
del hacker, una ontología del presente que opone la economía de
la necesidad (agotada) a la economía del deseo (potlatch). Y ya hemos
comprobado que la debilidad de la axiomática actual es que ha basado
su superviviencia no en una economía de la necesidad sino en una economía
del deseo.
La mejor historia del nacimiento de la nueva época sigue siendo La era
de la información. Economía, sociedad y cultura de Manuel Castells.
Por eso se puede leer con provecho el epílogo histórico que escribió
para el luminoso ensayo La ética del hacker.
“Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí,
que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno”,
decía Borges en “La biblioteca de Babel” (1941). Los hackers
piensan igual, y Pekka Himanen quiere que ése sea el espíritu
de nuestra época. Que Así Sea.
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