RAREZAS
Se publica Fan tan, la novela escrita a cuatro manos por Marlon Brando y su amigo Donald Cammell en base a un malogrado guión. Una perturbadora historia de erotismo y violencia chinos, casi tan fascinante como la accidentada historia de la escritura y publicación de este libro.
› Por Juan Pablo Bertazza
Decir que Marlon Brando hubiera sido el actor para el protagonista de Fan tan no se trata de un previsible comentario a la hora de leer el único libro de un actor superdotado sino de una aseveración basada en hechos reales. Es que mientras rodaba el mítico papel del capitán Kurtz en Apocalypse Now!, Marlon Brando tuvo la ocurrencia de hacer un guión en el que pudieran reunirse todos sus gustos y caprichos con el deseo casi utópico de que él mismo pudiera encarar la producción independiente de lo que sería, entonces, su próxima película. Y le propuso la mitad del trabajo a su amigo Donald Cammell, destacado pintor y luego director que llevara a cabo la inclasificable Performance, con Mick Jagger y Anita Pallenberg. Entre Brando y Cammell (además de la irresistible conjunción entre talento y belleza física que los caracterizaba) había demasiados puntos en común como para que su amistad no tuviera ribetes mitológicos: los dos estaban fascinados por las orientales y tenían además una cierta tendencia a la autodestrucción y también a la experimentación. De hecho hay quienes aseguran que hubo un vínculo sexual entre ambos. Lo importante es que en plan de amantes, amigos o compañeros de trabajo, Brando y Cammell pasaron ocho meses en Tetiaroa, la isla que Marlon había adquirido en Tahití. Sin embargo, las manías del actor volvieron imposible la realización de la película y fue entonces cuando la editorial londinense Pan Books dio a los autores cien mil dólares para transformar el guión en una novela.
Después de una nueva disputa entre los autores, Brando devolvió su parte de la ganancia, incluyendo la mitad de Cammell, quien agobiado por problemas personales se suicidó a los 62 años. Finalmente, la oriental China Kong, viuda de Cammell, decidió resucitar el manuscrito luego de la muerte del actor en 2004, y encargó al historiador de cine David Thomson la edición de la novela, junto con la escritura del último capítulo, del que sólo se conservaba un esbozo.
Pues bien: es el año 1927 en una China marítima y en ebullición. Anatole Doulty, además de hacerse llamar extrañamente Annie, es un aventurero que hace negocios por el Mar de China. Mientras cumple una condena de seis meses en un presidio de Hong Kong salva de la horca a un prisionero chino, cofrade de la seductora y despiadada Lai Choi San, una oriental sencillamente embriagadora. Cuando Annie sale de la cárcel, la mujer pirata le agradecerá el favor con una gran oferta: si colabora con ella en el acto más arriesgado de la historia de la piratería, le dará la mitad del botín.
La novela deja entrever lo maravilloso que fue ese guión, ya que lo mejor de Fan tan está en los diálogos y en la mágica atmósfera oriental que nos trae esa combinación explosiva entre erotismo y violencia que tanto conoció Brando a partir de su interpretación de Stanley Kowalski. La gloriosa escena de sexo entre Annie y Lai Choi San es tan impactante porque se va dilatando hasta volverse urgente, y pone en el juego del sexo todas las excentricidades asiáticas, incluso las mismas perlas del botín. Por otro lado, sorprende la riqueza de Fan tan en lo que hace a conocimientos de historia de China y sobre la navegación que funciona, además, como metáfora de la dependencia de los personajes con respecto al azar, en el sentido de que cada decisión no conlleva sólo una apuesta, sino también una negociación. Pero mientras para los orientales el azar forma parte de la fe ciega que tienen en el destino, en el protagonista de Fan tan representará ese dejarse llevar un poco psicodélico y sin anclaje que caracterizó a los ’60 en Occidente. Fan tan es un juego de azar chino, similar a una ruleta reducida solamente a cuatro números. El número cuatro se vuelve clave entonces en este libro escrito a cuatro manos, ya que el protagonista apostará al fan tan la cuarta parte del botín para luego ser fiel a sus principios y traicionar lo pactado, tal como lo hacía el propio Brando con la mayor elegancia.
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