PAUL-LAURENT ASSOUN > LECCIONES PSICOANALíTICAS SOBRE MASCULINO Y FEMENINO
Dos sexos y un retorno a Freud en medio de una crítica a la retórica queer.
› Por Cecilia Sosa
Lecciones psicoanalíticas sobre Masculino y Femenino
Paul-Laurent Assoun
Nueva Visión
143 páginas.
Alguna vez Freud dijo que si los extraterrestres aterrizaran en la Tierra lo que más les llamaría la atención es la existencia de dos sexos. ¿Por qué la frase sigue resultando tan desconcertante? Tal vez porque ya desde la puerta del toilette, la dupla damas/caballeros es una suerte de brújula que nos orienta en el espacio. Sin embargo, si se logra poner toda evidencia en suspenso, nada resulta más enigmático que lo masculino y lo femenino; sobre todo si aceptamos que no todo lo masculino está en el hombre ni tampoco lo femenino es predicado exclusivo de la mujer.
Masculino y femenino, el nuevo libro del psicoanalista Paul-Laurent Assoun (nacido en Argelia en 1948 y profesor de la Universidad París 7), se zambulle en la dimensión inconsciente de la diferencia sexual, y no para circular precisamente por el lado de lo evidente, sino más bien para seguir aquellas huellas alienígenas dejadas por Freud.
La puerta de entrada no podría ser más vertiginosa: la bisexualidad radical del ser humano. “La vida sexual está dominada por la polaridad y las reacciones de los individuos de ambos sexos están integradas por rasgos masculinos tanto como femeninos”. En esta clave en incesante vaivén, Assoun interroga las figuras clásicas de la clínica (la neurosis, las perversiones y aun la psicosis), desarma las metáforas de la actividad y la pasividad, y se planta ante los caprichos de la retórica posmoderna que con su teoría queer pone a danzar sexualidades en un vals tan difuso como errático.
Todo empieza según Assoun a partir de “cierta” mirada: cuando los ojos de él y de ella coinciden, a temprana edad, en el “miembro saliente”. El “test” de la diferencia sexual tendrá resultados sorprendentes. En especial para la niña que “lo ha visto, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo”, y a partir de entonces se iniciará un largo y torcido camino que por momentos adoptará un
carácter furibundo: la conquista de
la feminidad.
Ahora bien, ¿cómo un pequeño ser con tendencias bisexuales se convierte en hombre o en mujer? Si la respuesta psicoanalítica obvia es la resolución del drama edípico, el autor introduce una complicación que llama “necesaria”: el niño no sólo tiene una actitud ambivalente hacia el padre y otra tierna hacia la madre, también muestra una actitud tierna y femenina ante el padre y otra celosa y hostil hacia la madre. Y subraya una declaración freudiana casi asombrosa: el acto sexual debe concebirse como un proceso entre cuatro individuos: la pareja en cuestión y sus respectivos progenitores.
Con estas “complicaciones” de por medio, Assoun apela otra vez a Freud y asegura que “los problemas neuróticos no tienen solución sino aceptando una bisexualidad original en todo individuo”. También desarma estructuras bien aprendidas y descubre, en pleno drama obsesivo del señor, un ritual tan secreto como femenino que, por si hacía falta, recuerda que la histérica no es la única enamorada de la puesta en escena.
Así, Assoun se acerca a un final liberador que rompe con todo mito de sexualidad complementaria. Si el gran secreto del psiconoanálisis lacaniano es que “no hay acto sexual”, el amor viene a salvar con una “milagrosa” suplencia tal imposibilidad radical. Sin embargo, no se trata de un amor apto para abuelas. Dice Assoun: “El amor entre un hombre y una mujer no es posible sino en tanto y en cuanto uno y otra comprometan su masculino y su femenino. El acto de amor debe ser pensado como un acontecimiento que implica cuatro personas... y dos goces”.
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