LIBROS PARA LOS MáS CHICOS
› Por Sandra Comino
La tapa es un retrato de la princesa Tremenduskah, que –dicen– es temible, tiene cara de ángel, pero esconde un diablo; es ex amazona (las amazonas odian a los príncipes) y no soporta los lloriqueos. Luego, en el interior del libro, hay un despliegue de mujeres, una colección de princesas, que el autor llama olvidadas, anónimas, desconocidas y que son, obviamente, inventadas.
La diversidad de princesas –muchas y para todos los gustos– va acompañada de definiciones, textos descriptivos de ficción que simulan ser informativos y biografías apócrifas. Hay definiciones, que aparentan ser de diccionario, algunas de palabras conocidas, otras con cambios en el significado. De este modo, nos enteramos de que “enfadosa” es “un asiento en el que dos princesas pueden sentarse dándose la espalda”. Conviven juegos, familia de palabras, con palabras inventadas, más “consejos útiles” como el uso de lágrimas de princesa para escribir canciones o de cocodrilo para cartas de ruptura de amor. No faltan algunas alusiones a Cenicienta, la Bella Durmiente, una prima de la princesa del Guisante (Caprichosa) y la biznieta de la Reina de las Nieves.
El libro Princesas (Edelvives) se puede leer de manera lineal, ingresar por la mitad o abrir de atrás para adelante. Posee una especie de rayuela (que se puede ignorar), donde se indican saltos de páginas para la lectura, se intercala información, se mencionan viajes comunes, similitudes entre las damas o circunstancias de un supuesto pasado que las vincula. Incluso, hay una muestra de palacio en un elefante –con baño y balcón incluido–, el lenguaje del abanico, residencias y jardines. Para destacar: cada princesa tiene una flor que le corresponde; el narciso lunático es propiedad de Caprichosa y la flor del mal de la princesa de la Noche.
Sin duda, la atracción fundamental y lo más sobresaliente de este álbum es la ilustración; de hecho, el libro deslumbra por la imagen. En cuanto a la escritura, en principio, parece más seductora de lo que realmente es y no dejan de surgir vestigios de mirada masculina para caracterizar a algunas princesas. La tipografía hace lo suyo, reforzando lo que se quiere destacar con diferentes tamaños y hay permanentes guiños de actualidad aunque en general todo parece transcurrir en tiempo remoto. En este sentido, los interruptores de luz, un ventilador o el vestido y la decoración del cuarto de la princesa Mirameh, por citar algunos elementos, son los que hacen referencia a un tiempo más actual; pero la mayoría de los objetos o trajes son de época o irreales. En las pinturas se vislumbran efectos del Pop Art, el modernismo, influencia de Klee, Rothko y Klimt, entre otros.
La ilustradora francesa Rébecca Dautremer (1972) le otorga un estilo a Princesas, que a veces respalda y otras contrasta con la escritura irónica y por momentos humorística de Philippe Lechermeier (1968), también francés, quien alude a los cuentos clásicos y ridiculiza los temperamentos frívolos.
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