Domingo, 10 de junio de 2007 | Hoy
ENTRE BATAILLE Y LACAN, DE JOSé ASSANDRI
Más allá del lazo casi familiar, Bataille y Lacan se han conectado por el goce y el dolor en sus exactos límites. Una investigación sobre este vínculo a cargo de un psicoanalista uruguayo.
Por Cecilia Sosa
Entre Bataille y Lacan
Ensayo sobre el ojo, golosina caníbal
José Assandri
El Cuenco de Plata
167 páginas
¿Cuánto hay de Bataille en Lacan? Si la pregunta fue contestada por Elisabeth Roudinesco en una picaresca y detallista biografía familiar (que incluye una mujer –Sylvia– y una hija –Judith– casi en común), el investigador y psicoanalista uruguayo José Assandri optó por otro camino, acaso más sinuoso pero no menos inquietante y revelador. En Entre Bataille y Lacan, el autor se pone el gorro de detective para reconstruir una historia de silencios e implícitos, de veladas referencias que toca al misterioso grupo Acephale y encuentra centro en Historia del ojo (1928), la primera novela de Bataille, quien la escribió en paralelo a su propia experiencia analítica con el Dr. Borel (un psicoanalista cercano al movimiento surrealista) y que según declaró el propio paciente “me permitió cambiar del ser totalmente enfermo que era en alguien relativamente viable”.
Pues bien, resulta que tras esta aparente novelita pornográfica (escrita bajo el seudónimo de Lord Auch) Assandri asegura que se esconde la particular y estremecedora relación que Bataille encontraría entre la muerte y el erotismo, tan decisiva en su obra posterior como reveladora para comprender algunos conceptos clave pergeñados por Lacan. Historia del ojo descubre un erotismo sin castillos que, a diferencia de Sade, rechaza los espacios cerrados y pone a prueba todas las prohibiciones sociales a través de las aventuras de un grupo de jóvenes de 16 y 17 años que a partir de una “ansiedad por las cosas sexuales se introducen al erotismo donde la angustia y la muerte tienen su marca”.
Según Assandri, es allí donde Bataille empieza a construir un mito que tendrá carácter libertario, un mito centrado en el ojo, que confunde y funde lo bajo y lo alto, un orificio que se resiste a toda ciencia, que descubre un mundo nuevo que se tensa entre el ojo ciego del padre y la mirada del sol: el mito del ojo pineal. En este cuadro, Bataille eleva su particular ligazón de erotismo y muerte como nociones que se escurren a la utilidad y que en cambio aparecen ligadas al desperdicio y al puro gasto: en fin, a lo que dentro de su economía general Bataille llamaría la “parte maldita” y que, según propone Assandri, Lacan tomaría para sí para idear su célebre objeto a.
Pero atención: hay un dato más que no figura en ninguna biografía. ¿Dónde encontró Bataille esa particular relación entre muerte y erotismo? Según Assandri, en unas fotos; las fotos que le habría entregado ¡su propio analista! Y que muestran las imágenes de los Cien trozos, el suplicio al que fue sometido un prisionero chino a comienzos del siglo XX por haberse rebelado ante la autoridad. Frente a la visión de aquel tormento, Bataille se enfrenta al enigma del dolor y el gozo, y concibe el poderoso oxímoron del “atroz placer”, el gozo hasta el éxtasis ante la visión del supliciado; el ojo, esa extraña golosina caníbal. Si las fotos estuvieron sobre el escritorio hasta el fin de sus días, Assandri asegura que funcionaron como una suerte de cita privada para Bataille, lo que Barthes llama punctum, un pinchazo, un pequeño corte que va al encuentro del sujeto y lo trastorna inexplicablemente. Ahora bien, ¿vio Lacan esas fotografías?, se pregunta el autor. Difícil de saber. En cambio, consta en actas que en 1966 Lacan escribió: “Incontestablemente, hay goce en el nivel donde comienza a aparecer el dolor, y sabemos que sólo a ese nivel del dolor puede experimentarse toda una dimensión del organismo que de otro modo permanece velada”. Y más aún: en 1974, confesó: “Estoy ligado a una larga... en fin, batalla” (revelador, si tenemos en cuenta que “batalla” en francés no es más que el nombre de Bataille).
Más allá de los límites que se arrebatan uno y otro, Entre Bataille y Lacan logra enlazar los modos de pensar ocultos tras dos autores que lejos de los paradigmas de la respetabilidad burguesa quisieron atrapar, o acaso continuar, la llamada de lo extraño por otros medios.
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